Uvas llevadas a la boca con la mano izquierda (como todo lo importante y decisivo). Labios que sonriendo tengan el valor de decir, expulsando de sí el silencio cómplice o cómodo. Mirada que atenta al camino, lleno de abismos y falsas salidas, disfrute los muchos paisajes y parajes del andar. La pluma siempre en el bolsillo para garabatear algunas ideas, muchas alegrías y las imprescindibles tristezas. Un buen corazón que no se hipnotice con el ayer, que no perezca en la añoranza. Un corazón de sístole y diástole enérgico y rítmico, como el mar cuando no está embravecido. Y como el mar, que recorre el orbe, bañando distintas playas, obsequiando vida y espectáculos hermosos, un ser libre. Que puedas romper tus cadenas sin fabricarte otras. El alma ahíta al igual que la tripa, sin que ello signifique deshacerse de la bendita insatisfacción que humanos nos hace. Y tú aquí, en este mundo. Tal mi deseo para ti y para todos.
Dice Tabucchi: los libros de viaje "poseen la virtud de ofrecer un doquier teórico y plausible a nuestro donde imprescindible y rotundo". Hay muchos tipos de viajes: los internos, los externos, los marginales. Este blog quiere llenarse de estos viajes, e invita a que otros sean también, con sus viajes, un doquier para mi donde.
sábado, diciembre 31, 2011
martes, diciembre 27, 2011
Las viejas estrategias
Por lo demás el condicionamiento que propone es, ese sí, un buen deseo. Su argumento en favor de un partido y un par de candidatos no condiciona nada, da por sentado la existencia y concreción de un proyecto. Lo suyo es la propaganda. Lo cual está bien y es de celebrarse que las posturas políticas de quienes tienen cierto poder simbólico sean públicas. Pero no hay en su decir medida efectiva alguna que condicione el voto por lo que llama izquierda. Por la misma razón hay tendencias al voto nulo. Es la única condicionante que el sistema, los partidos y los candidatos dejan existir. Porque les conviene. Justo porque en ella opera mejor el argumento moral que el político.
Pero entre ciertos electores esta circunstancia es lo de menos. La izquierda, en el ámbito electoral, no existe. Hay personas, como el escritor que confiesa haber firmado un pacto con el diablo, que lo son. Hay un par de precandidatos al gobierno del DF que lo son. Hay militantes, pocos, que lo son. Pero firman pactos. Sobre todo los políticos se la pasan firmando pactos con tendencias menos loables y que son mucho más castrantes que el diablo: cierto priismo profundo o ciertas tendencias religiosas que hacen de la moral estandarte. Y allí precisamente surge la inconformidad. Entre otras cosas.
sábado, diciembre 24, 2011
Río
Desde hace días escucho de manera incesante el rumor de ese río sobre el que navego. Distingo voces, rostros, ideas cual corrientes violentas o lentas, profundas o cariñosamente superficiales, que no sólo marcan cauce sino compañía. El listado es largo. No me alcanzan las palabras ni la memoria. Sea como fuere, gracias a los que han formado ese río. Gracias por haberme obsequiado su existencia en mi vivir. De manera encarecida agradezco también a los que ya no están. Pronto nos veremos para ser ecos y paisajes de otros ríos.
Salud.
jueves, diciembre 22, 2011
Otra vez
lunes, diciembre 19, 2011
Andar
Estoy cansado. De este andar. De lo que este andar me deja ver. El espectáculo natural del horizonte y el que tú me obsequias no alcanzan para jugar a la ceguera voluntaria. No son suficientes. Oasis al fin y al cabo. El desierto de lo real lo inunda todo. Aprendí rápido a vivir en el desierto. Creo que lo hago bien. Pero estoy cansado. Ayer en un cementerio, hoy en el limbo, mañana en otro lugar cualquiera. Este levantarse sobre cenizas. Esuchar los rezos de la resignación. Las campanas que cada vez seducen a más. Todo es como arena movediza que engulle a quien allí se para. ¿Dónde quedó aquello de dejarlo todo y largarse? No sé. Tan sólo tarareo lo que el trovador canta, cantó. No me resigno, no me consuelo, no puedo hacer como si no pasase nada. No hay consigna que alivie. Tan sólo estoy cansado. Pero como dijo el legendario comandante: ¿quién le ordenó descansar? Nadie. Para descanso el cementerio. Y allí todavía no llego a ser huésped. ¿Quién le ordenó descansar? Nadie. Tampoco queda lo poético del andar haciendo camino. Te miro y veo el horizonte. ¿Ir haciendo pequeños oasis? Quizá. Como ese que tú eres. Como ese que en ocasiones, esporádicas es cierto, yo mismo suelo ser. Respiro. Andar.
sábado, diciembre 17, 2011
No a la propaganda religiosa
lunes, diciembre 12, 2011
Escupitajos de rabia
jueves, diciembre 08, 2011
La paz de quién
miércoles, noviembre 30, 2011
Deshacerse de lo que no sirve
El asesinato de Nepomuceno Moreno Muñoz ha levantado gran indignación en diversos sectores sociales mexicanos. Lo cual es un signo de que al menos una parte de este país todavía se inconforma ante la “naturalidad” (“daños colaterales”) con que el gobierno quiere presentar los costos de su estrategia fallida ante todo, no sólo contra el narcotráfico y la delincuencia organizada. Cierto es que hay que indignarse por este y por todos y cada uno de los asesinatos que tienen lugar en nuestro país y en el mundo. Pero el caso de Nepomuceno parece condensar y convocar toda esa indignación que de otra manera, por su número, estaría dispersa y carecería de efecto.
Algunos actores, entre ellos Héctor Bonilla, han hecho una breve cápsula (“Soy Nepomuceno Moreno”) para manifestar su indignación. Allí se dice: “Busco lo que no puede darme el Estado: Justicia, Consuelo, Respeto”. La frase me asombra. No hace referencia al gobierno en turno sino al Estado. A menos que exista en ellos la ya casi inveterada tradición de confundir una cosa con la otra, están señalando algo que, para el actual gobierno, que también suele confundirse a sí mismo con el Estado (nada más porque estamos en el siglo XXI el señor Calderón no afirma “el Estado soy yo” aunque lo piense), es motivo de descalificación y represión. Me parece que es necesario darle el beneficio de la duda a estos actores y asumir que con conocimiento de causa quieren decir exactamente lo que dicen: es el Estado el que no sirve, el que ya no puede ofrecer justicia, consuelo, respeto.
Las declaraciones de la PGJ del Estado de Sonora sobre Nepomuceno (investigo pero tengo un juicio a priori: era un delincuente y su hijo obtuvo lo que se merecía) son declaraciones programáticas de un gobierno autoritario y de un Estado que no sirve. Este sentido es claro también en las declaraciones que hizo el poder ejecutivo en el sentido de proceder legalmente contra quienes le imputan responsabilidades penales ante la Corte Internacional de Justicia la Haya. El catálogo de gobiernos locales e instancias federales que proceden de esta forma es largo y no se reduce a este sexenio. Sin embargo, en este sexenio, actos que no prohijó adquieren un sesgo particular por la preeminencia que en la vida pública están teniendo los cuerpos represivos civiles y militares.
Si grave es el asesinato en general, más lo es que suceda entre quienes hacen señalamientos críticos al gobierno y advierten de la ineficacia del Estado. Los “desencantados” de la transición democrática, como suele llamárseles en tono desdeñoso, no son únicamente aquellos que reclaman justicia para sus seres queridos o quienes intentan obligar a un cambio de rumbo con actos razonables (indignados, por ejemplo), sino también los que haciendo uso de las ideas apuntan, señalan, argumentan. El gobierno actual parece tolerar que a todos estos “desencantados” se les persiga, amenace, hostigue, mate. Pero sobre todo, tolera estas actitudes pervirtiendo de manera superlativa lo que que queda de un ya por sí pervertido Estado.
Por eso me parece sintomático lo que dicen los actores en su cápsula: si se acepta que hablan con conocimiento de causa, habremos de convenir en que el Estado ya no puede dar lo más mínimo de aquello para lo que fue creado. Y es que el Estado se constituyó con ideales muy altos pero tareas concretas y objetivas no tan loables: dígase lo que se quiera del Estado, con toda la ideología propia de los pensadores burgueses y liberales, lo cierto es que organiza la explotación, racionaliza la desigualdad y facilita la acumulación de capital. De aquí que su existencia misma sea perversa. Pero actualmente se le despoja incluso de sus inalcanzables utopías pervirtiendo lo que está allí para disimular su verdadera naturaleza, lo que está allí para ofrecer una creíble fachada que vuelva aceptable su perversidad.
Afirmar que el Estado no da lo que ofrece es tan sólo un paso necesario para llegar a la conclusión obvia: hay que desaparecer al Estado. Porque no se trata de cambiar de gestores del Estado, sino de desaparecerlo por completo y construir otra cosa. Sé bien que este decir suena trasnochado. De hecho es lo primero que suelen argumentar burgueses, liberales y de izquierda electoral. Sin embargo, allí está la frase: solicito lo que el Estado no me puede dar. ¿Por qué habría que sostenerse algo que parece estar allí para intereses diferentes de los que el ciudadano solicita? Eso parecen querer decir ambos actores que, francamente, ni son comunistas ni nada remotamente cercano. ¿Por qué?
viernes, noviembre 11, 2011
La seguridad de los funcionarios
lunes, noviembre 07, 2011
De muertos, mafias e indignados
Poco a poco sale a la luz pública lo que se le hizo al dictador Kadaffi. Muchas cosas pueden explicarse pero no justificarse. En una guerra todos los códigos morales se quiebran. La venganza se confunde con justicia, el cúmulo de opresiones mueve a una reacción inmediata y letal que intenta compensar tanto sufrimiento. Pero si el nacimiento de un nuevo régimen se bautiza con sodomización y ejecución poco o nada hay que lo pueda diferenciar de aquel otro tan detestable y asesino que asoló la región por tantos años. La brutalidad les hermana.
Lo que no puede pasar inadvertido es esta tendencia al asesinato de los que hoy desde Washington se califican de “malos”. Desde el juicio sumario a Hussein, pasando por el asesinato y desaparición de Osama Bin Laden, hasta esta detestable ejecución de Kadaffi como las declaraciones de que la CIA ayuda a asesinar narcos en nuestro país, lo que queda claro es la estrategia norteamericana de callar de manera inmediata a aquellos que en su momento fueron sus aliados o producto netamente norteamericano. Y es que vivos, “los malos” tendrían mucho qué contar, como lo demuestra el caso del “Vicentillo”. Muertos y en silencio son más útiles a este nuevo baño de santidad democrática que se dan desde la Casa Blanca. La justicia es una quimera. Lo terrible es dejar en manos de desamparados la ejecución “justiciera”. Desde el cómodo sillón del salón Oval la mano blanca deja a la mano negra hacer en su propio beneficio.
En abril de 2010 Julio Scherer entrevistó al Mayo Zambada. Entre otras cosas el líder del cartel de Sinaloa dijo que ese asunto del narcotráfico nadie lo terminará. Que los líderes de los cárteles renacerán una y otra vez. Sin hacerlo explícito Zambada estaba hablando de un asunto estructural. Lo mismo puede decirse con dictadores y tiranos. No es su maldad intrínseca la que los vuelve eso, sino la estructura misma del capital que los requiere. Su brutalidad, su violencia, su vida a menudo estrafalaria, suelen ser la única superficie visible para el resto de los mortales. Pero por debajo están los intereses particulares cuyos tentáculos vienen desde Wall Street y otras zonas en las que se edifican los modernos palacios llamados casas de bolsa.
La idea del renacimiento de los líderes de los cárteles, dictadores y tiranos alcanza también a los capitalistas que dentro de la legalidad explotan y también matan. Lo que Zambada dijo a Scherer se aplica sin mayor problema a los capitalistas como tales. A la caída de Jobs, de Slim, de Guzmán Loera, surgirá otro Jobs, otro Slim, otro Guzmán Loera. Es la acumulación, la explotación, la muerte, lo que les hermana. Los unos no son en verdad distintos de los otros. Todos se mueven como mafias. Sería un error suponer que los narcotraficantes no son capitalistas. Lo son, y a menudo, en su crueldad, ponen al desnudo el proceder netamente capitalista con que los “santos” del capital que hoy se veneran en todo el mundo, con su evangelio-Forbes en la diestra, se hacen ricos.
Por eso, precisamente por eso, duele e indigna encontrar el mismo comportamiento en partidos que se autodefinen de izquierda. Lejos están de comprender que no es con declaraciones (ayer al diablo las instituciones, hoy amor mucho amor) como se es diferente. Revisar los periódicos de hoy muestra a los partidos “de izquierda” corroídos desde su mismísimo interior por el proceder capitalista. Sea aquí o en Nicaragua.
Y los muertos, los muertos siempre los ponen otros.... Quizá por eso mismo los “indignados” llaman tan poderosamente la atención. No son la solución, pero sí abren la puerta para hallarla.
domingo, noviembre 06, 2011
Sobre la violencia
La Miseria de La Violencia y La Violencia de La Miseria
domingo, octubre 30, 2011
De terror
De momento lo pensé. Las pesadillas no son lo mío pero de vez en vez tengo alguna. Esta vez pensé haber soñado con "muertos vivientes". Lo atribuí a la época. Pero cuando salí a la calle me di cuenta que no era pesadilla: en el país los muertos vivientes aumentan vertiginosamente. Lo bueno es que según me dicen el foco de contagio ya se ubicó con toda certeza. Lleva por nombre Felipe Calderón Hinojosa; por mote, presidente; lugar de residencia, una región conocida popularmente como los pinoles. Lo grave es que la infección es altamente contagiosa. Hay que andarse con precauciones.
lunes, octubre 24, 2011
Asumirse consumidor
Un acto de resistencia ante la inercia del proceso electoral sería asumirse como consumidor que determina la demanda. No resignarse ante la oferta, ficticiamente diferente, del monopolio del político, sino a través de un programa bien pensado plantear las condiciones de la demanda política. En este sentido, las alianzas tendrían una nueva dimensión: no entre partidos, sino entre ciudadanos que condicionan a los políticos y sus organizaciones.
miércoles, octubre 19, 2011
Puerto, ladrones de los mares y muralla. Una propuesta de interpretación de la villa de San Francisco de Campeche en el siglo XVII.
Puerto, Ladrones de Los Mares, Muralla. Una propuesta de interpretación de la Villa de San Francisco de Cam...
martes, octubre 18, 2011
¿Y ahora?
Monsiváis y Granados Chapa pertenecen a una época muy específica de la opinión pública en nuestro país. La realidad actual es distinta y distante a la que ellos vivieron y en la que ellos forjaron su prestigio y mirada. Sería demesurado pensar que alguien podrá sustituirlos. Pero lo que me parece importante es otra cosa: si se los entiende como el resultado de una época se aprecia en su justa dimensión su labor. Y allí destaca precisamente su capacidad para “leer” su época e insertarse en ella. Esa es la lección de vida que se puede recuperar. Nosotros no seremos como ellos, pero como ellos podemos acometer el reto que nuestra época nos plantea. Ninguno será Monsi o Granados, pero todos somos aquellos sobre los cuales solían reflexionar. ¿No podremos reflexionar sobre nosotros mismos y nuestra circunstancia?, ¿no podremos acaso hacer algo más que indignarnos?
Pensar desde la crisis: el ethos barroco de Bolívar Echeverría
Pensar desde la crisis: el ethos barroco de Bolívar Echeverría
miércoles, septiembre 28, 2011
Presentación de Bolívar Echeverría como ponente en octubre de 2009
martes, septiembre 27, 2011
Löwy sobre Echeverría-Versión homenaje
sábado, septiembre 10, 2011
Programa del Homenaje a Bolívar Echeverría, septiembre de 2011
Comité Científico. Michael Löwy e Immanuel Wallerstein.
PROGRAMA
Martes 20 de septiembre de 2011
Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras
10:00-10:45
Inauguración
Michael Löwy e Immanuel Wallerstein: video y carta en homanaje a Bolívar Echeverría
José Luis Ibáñez (FFyL): Ziranda lectura
10:45 a 12:00
Conferencia 1
Crescenciano Grave (FFyL): "El archipiélago filosófico de Bolívar Echeverría"
Presenta: Raquel Serur (FFyL)
12:00 a 12:15 hrs.
Receso
12:15 a 13:30 hrs.
Conferencia 2
16:00 a 18:00 hrs.
Mesa redonda 1
Cultura y barroco
Isaac García Venegas (CIESAS-FFyL): "Pensar desde la crisis: el ethos barroco de Bolívar Echeverría"
Blanca Solares (CRIM): "La Virgen de Guadalupe y el Imaginario Barroco"
Ambrosio Velasco (IIF-FFyL): "Ethos barroco, diversidad cultural y resistencia".
Modera: Marta Lamas (PUEG)
18:00 a 18:15 hrs.
Receso
18:15 a 19:30 hrs.
Conferencia 3
Jorge Juanes (SUM): "La modernidad profunda en Bolívar Echeverría".
Presenta: Manuel Lavaniegos (Filológicas-FFyL)
Miércoles 21 de septiembre de 2011
Auditorio Alberto Barajas de la Facultad de Ciencias
miércoles, septiembre 07, 2011
Homenaje a Bolívar Echeverría, 2011
jueves, septiembre 01, 2011
"...Un remolino sobre lo social..." Faro de Oriente. 10 años (Probadita)
martes, agosto 30, 2011
"...Un remolino sobre lo social..." Faro de Oriente. 10 años
domingo, agosto 14, 2011
La vida empezó con nosotros
"El Oriente Próximo no ha cambiado mucho en los últimos doscientos años. Seguimos combatiendo en las mismas guerras, pero les hemos puesto nombres nuevos. La vida tal como la conocemos empezó con nosotros. Somos el centro del universo y todo tiene que brotar aquí en primer lugar. Soportamos el peso de tener que dar a luz, mientras el resto del mundo se divierte arreglando nuestros defectos de nacimiento. Han aprendido a coger el feto, inyectarle la última tecnología y contemplar cómo se convierte en una megalópolis". Zena El Khalil
-- En el umbral del mundo
lunes, agosto 01, 2011
¿Que quién es el mejor candidato?
sábado, julio 09, 2011
viernes, julio 08, 2011
No estamos a la altura
-- En el umbral del mundo
lunes, julio 04, 2011
¿Quién triunfa?
-- En el umbral del mundo
jueves, junio 30, 2011
De adicciones y algo más
Soy de los que están de acuerdo con lo que solía decir un filósofo: azar es lo que nos pasa, destino es lo que hacemos con lo que nos pasa. Por llano y puro azar hoy presentamos un libro sobre “adicciones” –que por lo visto, acorde con este libro, es un modo aceptable e institucional de decir “consumo de drogas”– al mismo tiempo que “La Marcha por la Paz” se desplaza desde Cuernavaca hacia el zócalo de la ciudad de México con el objetivo de comenzar a “reconstruir el tejido social” de nuestro país, destrozado por la violencia de la guerra contra el narcotráfico. Guerra, por cierto, que únicamente se explica en virtud de la concepción sobre las “drogas” –”sustancias” les dicen en el libro que presentamos, como si el término médico fuese “más adecuado” por “neutral” para referirse específicamente a aquellas que alteran la conciencia, o si se quiere, afectan los procesos comunes del cerebro– que las ve como el origen de todos los males sociales, económicos y hasta políticos. Este, digo, es el azar. ¿Qué hacer con esto, con la presentación de este libro, con la marcha que desde el 5 de mayo dirige sus pasos hacia acá? ¿Qué destino pues?
Hoy en día es ya en extremo difícil negar que la preocupación gubernamental por la salud, particularmente por el uso de las drogas, no es otra cosa que la nueva configuración del autoritarismo; una configuración ad hoc para los “tiempos democráticos” en los que el relativismo y la tolerancia entendida como monólogos en espacios virtuales ya no facilita la dictadura o el unipartidismo. El “estado sanitario”, como le llamó en algún momento Roger Bartra, vino a ponerse en el lugar del estado autoritario con un ropaje en apariencia “inobjetable”: ¿quién en su sano juicio podría oponerse a la noble tarea de las instituciones estatales que se preocupan por la salud de sus ciudadanos? Como lo demostró el señor Calderón en su más reciente discurso a la nación, en aras de este bien “supremo”, de esta acción gubernamental por excelencia, todo es necesario: la guerra, la violencia, la muerte, los efectos colaterales, el aumento presupuestal a los aparatos de vigilancia y represión en detrimento de otras áreas tan vitales como educación, cultura, producción, y una creciente “criminalización” cuando no “ninguneo” de todo aquel que se atreve a dudar de las bondades del gobierno, del estado y del proyecto “sacrificial” que nos venden como gesta nacional. Todo en aras del bienestar, la salud, de cada uno de nosotros.
Frente a todo esto, ¿cuál es el papel de este libro que hoy presentamos? ¿Participa de esta tendencia “sanitaria” del estado o es, por el contrario, algo distinto? No puede darse una respuesta categórica a esta pregunta. O por lo menos yo, como lector, no la puedo dar. Explico por qué. Indudablemente los autores de este libro se esforzaron por ofrecer información sobre el problema de las adicciones, desde una escueta historia de las “sustancias” en Occidente hasta la glosa de leyes, códigos y reglamentos relacionadas con su consumo y venta, pasando por la relación entre las “sustancias” y el cerebro, y clasificaciones generales que sobre ellas hay: las estimulantes, las inhibidoras, las alucinógenas. También en este libro se proporciona un conjunto de instrumentos para que el lector se “ubique” dentro del mapa del consumo de estas sustancias. Además, el libro está aderezado con cinco breves historietas de factura aceptable. Salvo una objeción en cuanto al diseño, cuya similitud con un libro de texto es evidente y que, de ser joven, yo hubiese dudado mucho en leer (repito aquí lo que me dijo una joven al respecto: “es un libro hecho por rucos que quieren parecer buena onda con los jóvenes”), me parece que en cuanto a esfuerzo informativo el libro es valioso. Y es mucho mejor este libro que andar sacando al ejército a las calles para “guerrear” contra los narcotraficantes malos.
Sin embargo, en diversas páginas hay ciertos tonos que obligan al lector a que se pregunte cuáles son las intenciones que hay detrás de toda esta información. Por ejemplo, en las evaluaciones de consumo, desconciertan los resultados de afirmación exultante: “¡Adelante! Sigue sin consumir alcohol” para quien “nunca consume bebidas alcohólicas” o “No tienes problemas con las drogas, sigue así” para quien no las ha usado nunca o sólo acorde con una receta médica por el tiempo indicado. Además de tautológico, hay un “tufillo” demasiado puritano, muy parecido a aquel que felicita al abstinente y le garantiza, por ello y con ello, no adquirir enfermedad sexual alguna o padecer un embarazo no deseado, aunque a su vez pierda de una dimensión humana esencial: el placer sexual o el placer a secas.
Entre otras muchas cosas la vida humana es precisamente placer. A fin de cuentas otorga valía a este proceso menguante que cada uno de nosotros somos: vinimos de la nada y hacia allá vamos. Esta breve interrupción de la nada llamada vida, repetida una y otra vez por cada uno de los seres vivos que viven, es por ello una dimensión festiva y placentera. Intentar, de una manera u otra, impedir su mengua me parece tan banal como inútil. Es el precio que pagamos por salir de la nada por un breve lapso. No cabe duda que las “sustancias” que alteran la conciencia –como prefiero llamarlas en vez de simplemente “sustancias”– forman parte de esta dimensión placentera. No estoy seguro que expulsarlas de nuestro horizonte vital sea el camino correcto; no le veo trascendencia en vivir amputándose esa dimensión que junto con la razón nos hace propiamente humanos.
El consumo de las sustancias que alteran la conciencia no es, por tanto, un asunto menor ni tampoco del que se deba prescindir. Como lo intenta demostrar el capítulo uno de este libro, que en mi opinión es el más importante pero desafortunadamente el menos logrado, ellas han existido desde siempre y se las ha utilizado con fines terapéuticos, medicinales, de trascendencia o como diría un famoso escritor: para abrir las puertas de la percepción. En este sentido, su “valor de uso” es profundamente cultural y decisivamente humano. El problema, como se puede inferir de lo mencionado a vuela pluma en ese mismo capítulo, es cuando la industrialización y el afianzamiento del capitalismo como tal, gracias a su razón instrumental y matematizadora, extrajo de la forma natural las sustancias activas para potenciar su efecto. Al hacerlo, para bien y para mal, las convirtió en mercancías que despojadas de su dimensión natural se insertaron en el mercado como cualquier otra mercancía. Lo cual dio lugar a toda una industria y a toda una lógica de acumulación de capital de la que participan los “traficantes” así como aquellos que dicen combatirlos. La guerra contra los narcotraficantes, contra los proveedores no autorizados de esas “sustancias”, es en el fondo un gran negocio para todos los que en ella participan, con excepción por supuesto de los que mueren y de los que se hallan fuera del circuito producción/persecución.
Y aquí está, creo yo, parte de la clave del asunto. En el libro parece insinuarse que el consumo inmoderado de sustancias que alteran la conciencia, es decir, la dependencia de las sustancias que alteran la conciencia, se debe más a asuntos de carácter individual y personal que algo relativo al sistema en el que vivimos. Por eso, en este libro, el problema de la adicción puede pensarse desde una perspectiva estrictamente terapéutica o sanitaria e incluso de fuerza de voluntad, y apelar a mensajes de superación personal y ensalzar la ocupación social y las redes sociales en las que el adicto o protoadicto debe insertarse para hablar de “su problema” y “sanar”.
Paradójicamente, en el capítulo dos, al tratarse el tema de las culturas juveniles, que en mi muy humilde opinión es de los mejores de todo el libro, se recuperan visiones “melancólicas”, “tristes”, incluso “desesperadas” de algunas de esas culturas juveniles. Resulta muy difícil suponer que esas visiones sean el mero resultado de problemas personales o de asuntos de inadaptación. Cuando el lema de una de ellas es “ya no hay futuro” o “no habrá futuro” probablemente habría que tomar el reto de su significado en el contexto de un sistema capitalista de devastación y enajenación que no permite plenitud alguna a nadie: ni a los ricos ni a los pobres, ni a los educados ni a los ignorantes, ni a los hombres ni a las mujeres, ni a los jóvenes ni a la gente mayor. Siempre me ha llamado la atención el argumento de que el uso de las sustancias que alteran la conciencia y su innegable riesgo adictivo se relaciona con falta de educación o de oportunidades. Bastaría leer novelas como "American pshyco" (o las encuestas de adicciones en los centros universitarios o el uso de dichas sustancias entre los profesores, los investigadores, los escritores) para darse cuenta de que si bien ese argumento no es del todo falso, tampoco es del todo cierto.
En mi opinión, el asunto relativo a las adicciones tiene visos de solución más en la modificación radical del sistema que padecemos que en las propuestas terapéuticas para la persona adicta. Entiéndaseme bien: no quiero decir que la información de un libro como éste no valga la pena o que sea inútil, no. Quiero afirmar por el contrario que la plenitud que se sugiere en este libro como solución real a las adicciones es imposible en el sistema capitalista en el que vivimos, pues hace de la prohibición un jugosa e indolente ganancia que beneficia a sectores “legales” como la industria de las armas, la industria farmacéutica, los órganos de represión y ciertas organizaciones civiles. Además, un modo efectivo de prevenir las adicciones no es prohibiendo el uso de sustancias que alteran la conciencia, sino precisamente lo contrario: insertar su consumo en el ámbito de lo público para que sea en verdad libre e informado, y que lo “consumible” sea en verdad puro. Eso sólo puede suceder en otro tipo de sistema. Ojalá que decidamos cambiar el que existe ya, como de alguna manera lo demanda la “Marcha por la Paz” que viene en camino. Ese es al menos el destino que yo escojo al azar que hoy nos convocó y del cual, por cierto, con mis discrepancias que no son novedad, me congratulo. Les felicito por este esfuerzo.
-- En el umbral del mundo