El día de ayer escuché a Lorenzo Meyer hablar sobre la muerte de Miguel Ángel Granados Chapa. Afirmó que habían fallecido los dos grandes de la crítica: Carlos Monsiváis y Granados Chapa. Me sorprendió su afirmación de que en el horizonte actual no veía quién podía llenar el vacío por ellos dejado. Que lo haya dicho en el programa de radio de Carmen Aristegui me sorprendió. Me pareció un acto de sinceridad sin parangón.
Monsiváis y Granados Chapa pertenecen a una época muy específica de la opinión pública en nuestro país. La realidad actual es distinta y distante a la que ellos vivieron y en la que ellos forjaron su prestigio y mirada. Sería demesurado pensar que alguien podrá sustituirlos. Pero lo que me parece importante es otra cosa: si se los entiende como el resultado de una época se aprecia en su justa dimensión su labor. Y allí destaca precisamente su capacidad para “leer” su época e insertarse en ella. Esa es la lección de vida que se puede recuperar. Nosotros no seremos como ellos, pero como ellos podemos acometer el reto que nuestra época nos plantea. Ninguno será Monsi o Granados, pero todos somos aquellos sobre los cuales solían reflexionar. ¿No podremos reflexionar sobre nosotros mismos y nuestra circunstancia?, ¿no podremos acaso hacer algo más que indignarnos?