Uvas llevadas a la boca con la mano izquierda (como todo lo importante y decisivo). Labios que sonriendo tengan el valor de decir, expulsando de sí el silencio cómplice o cómodo. Mirada que atenta al camino, lleno de abismos y falsas salidas, disfrute los muchos paisajes y parajes del andar. La pluma siempre en el bolsillo para garabatear algunas ideas, muchas alegrías y las imprescindibles tristezas. Un buen corazón que no se hipnotice con el ayer, que no perezca en la añoranza. Un corazón de sístole y diástole enérgico y rítmico, como el mar cuando no está embravecido. Y como el mar, que recorre el orbe, bañando distintas playas, obsequiando vida y espectáculos hermosos, un ser libre. Que puedas romper tus cadenas sin fabricarte otras. El alma ahíta al igual que la tripa, sin que ello signifique deshacerse de la bendita insatisfacción que humanos nos hace. Y tú aquí, en este mundo. Tal mi deseo para ti y para todos.