jueves, mayo 31, 2012

"¿Y si a esto se referían los mayas?"


El día de ayer, el movimiento #yosoy132 dio un paso importante. Sin dejar su espíritu reformista, planteó los temas que le inquietan. En ello hay que interpretar una visión de país, no una ocurrencia ni una dispersión. El hecho de que su Asamblea General se realizara en la UNAM tuvo una influencia decisiva en cuanto al tono y los temas. Falta por ver lo que cada escuela, ya en su propio ámbito, decida con respecto a los acuerdos de la plenaria realizada el día de ayer. Sea como fuere, a juzgar por quienes hablaron al respecto, la experiencia fue extraordinaria: por el momento se rompieron los límites electorales y se fraguó una fraternidad que al menos en el momento diluyó las fronteras entre universidades privadas y públicas. El orden del principio, que incluía carteles, horarios (en los que se solicitaba puntualidad), servicios de emergencia y de derechos humanos, muy propio de un sector estudiantil particular, se convirtió en enjundia y compromiso festivo estudiantil durante el día y al final. No es poca cosa.


Habrá que esperar los resolutivos de cada escuela para entonces saber cuáles son las demandas de consenso. Pienso que no estaría mal un esfuerzo de síntesis cabalística: 6 puntos (resultado de la suma de 1+3+2) que aglutinen a todo el movimiento, le permitan posicionarse y extenderse en la sociedad. Sea como fuere, me parece que el campanazo será la marcha del 10 de junio. Allí se darán cita diversas generaciones que llevan muchos años bregando por un país distinto. Apunta a ser una marcha enorme. Y si a alguien se le ocurre poner pantallas gigantes para en el zócalo ver el debate entre los candidatos a la presidencia, los efectos pueden ser en extremo interesantes.


Por lo demás, no puede pasar inadvertida la reacción del poder. No sólo del candidato más cuestionado, sino de Calderón. La movilización ya dirige sus baterías en su contra al poner sobre la mesa una exigencia de juicio político (en estricto sentido al único que en estos momentos se le puede hacer). ¿Qué hará Calderón, o mejor dicho, qué está haciendo? Un político que, según se cuenta, juró ante la tumba de su padre no permitir el regreso del PRI al poder. Un político de venganzas superlativas con un severo padecimiento de salud según cuenta Scherer. El problema es que la candidata de su partido ha sido barrida del escenario electoral en los últimos días. Ya se comenta que quizá Calderón está haciendo el cálculo político de "bajar" a Vázquez Mota de la contienda para favorecer a López Obrador. Sería un paso audaz y hasta sorprendente. Incluso irónico (imaginar a Calderón dando la banda presidencial a López Obrador trasciende cualquier surrealismo, infrarrealismo, ficción, locura, etcétera). Sin embargo, de suceder esto, la sospecha se extendería: ¿a cambio de este "voto útil" se garantizaría la impunidad de Calderón?


Otro escenario, más inquietante, tiene que ver con el Ejército. No puede pasar inadvertido que al mismo tiempo que la agitación juvenil se hace patente, se conmociona la institución armada por la detención de generales acusados de estar vinculados con el narcotráfico y por lo que al parecer fue un "montaje" que tuvo como desgraciado protagonista a otro general. Lo que está saliendo a flote pone en duda la honorabilidad de las fuerzas armadas, su compromiso, y los fundamentos de su muy callada lógica política. Unas fuerzas armadas que a diferencia de otras épocas actualmente cuenta con enormes recursos económicos y militares. Al estar en el ojo del huracán, las fuerzas armadas perecen quedarse solas: el poder ejecutivo ya está profundamente débil, los trazos previos que ofrecían un escenario estable ahora se ven en peligro gracias a las demandas reformistas del movimiento #yosoy132, acosadas por el narcotráfico y sus compromisos, etcétera.


Este escenario, sin duda delicado, coloca a López Obrador en una situación difícil por explosiva. Por un lado, su proceder debe ser lo suficientemente cuidadoso para responder adecuadamente a las exigencias que están planteando los jóvenes. Por otro, su propio discurso le impide llegar a un acuerdo con Calderón y por tanto aceptar públicamente la lógica del "voto últil" promovido desde Los Pinos. No hay amor que exonere pública y políticamente. No cabe duda que López Obrador ha sido muy prudente con respecto al Ejército. Lo necesita tranquilo, sin ideas descabelladas. El debate del 10 de junio puede ser, en este sentido, también el campanzo. Deberá pasar de la "información" al "mensaje" de tranquilidad.


Concluyo con la reproducción de una pregunta hilarante: "¿Y si a esto se referían los mayas?".