viernes, junio 03, 2005

Fragmentos

"Busco pero no me busco", me dijeron hace algún tiempo. Modo peculiar de decirse que uno no se encuentra. Pienso en ello al estar frente al espejo. A veces un acto tan irrelevante como ese resulta tan extraño. No porque allí se refleje el Mr. Hyde que todos llevamos dentro; más bien porque el espejo devuelve sólo pinceladas impresionistas de uno mismo. Contornos difusos, meras insinuaciones que no pasan de ser manchones expresivos. Entonces nace esa sensación de ser tan fragmentario como todo.
Es una sensación indefinidamente dolorosa. ¿Cómo se reconstruye uno mismo? ¿Acaso se puede ser armador y rompecabezas al mismo tiempo? Probablemente sean estas preguntas las que obligan a buscar los fragmentos de uno mismo en aquellos otros con los que alguna vez se fue. Los esporádicos reencuentros con las amistades antiguas hablan de mí con las palabras de otros que dicen ser lo que fueron conmigo. Fragmentos retocados doblemente.
Sí. Como tocar un arpa. Cuerdas y dedos en combinación inesperada con sonidos deseados pero irreconocibles. Ecos de algo que no se puede reconocer, que cuesta trabajo reconocer. Tras la experiencia, al regresar al espejo el cuadro cambia; lejos queda el impresionismo. Ahora se parece más a una acuarela que juega inopinadamente con luces y sombras.