viernes, octubre 08, 2010

Los tonos de la ausencia

Los días se suceden sin luz, en ocasiones sin agua. El ajetreo de siempre se revela, de pronto, ausente. El reino del silencio se hace presente. Sobrevivirlo es lo difícil. Porque al paso de los minutos se descubre que las ausencias, las permanentes, las definitivas, las temporales, tienen su tono particular de silencio. En conjunto son como una densa nube que comienza a ahogar, pero si por voluntad heroica se logra resistir esa opresión invisible, se distinguen aquellos tonos. Está la ausencia de silencio apacible, como si fuera el rumor lejano de un mar tranquilo; está la de silencio alborotado, muy parecido al de un animal en celo o en persecución; está la de silencio en fuga, como flauta que a falta de aire solloza fantasmagórica; está la de silencio oscuro, esa que con notas graves y muy graves eriza la piel.... Descubrir estos tonos nos dice algo sobre los ausentes, pero dista de ofrecer tranquilidad. No obstante, algo se sabe de uno cuando se descubre que se es, también, cúmulo de ausencias. Entenderlo alivia de ese impulso de salir corriendo para encontrar ruido, gente, compañía, cualquier compañía. Entonces, sólo entonces, se puede estar con uno mismo.


-- Desde el umbral del mundo