Ese día había nerviosismo. La universidad estaba en huelga y todavía no llegaba su momento menos afortunado de expulsiones, amedrentamiento, y golpes, aunque ya se anunciaba en el horizonte. Muchos grupos universitarios trabajábamos en ese momento para encontrarle salida al problema de cuotas-resistencia en que estábamos inmersos.
Dos asambleas se realizaban al mismo tiempo en nuestra facultad. Un amigo y yo esperábamos nos dejaran tomar la palabra en la asamblea de maestros. Otra amiga aguardaba su turno para usar la palabra en la asamblea de estudiantes. Queríamos intervenir primero con los maestros para llevar una propuesta más concreta a la asamblea estudiantil. Pero las cosas no salieron así.
Me informaron que nuestra amiga ya iba a hacer uso de la palabra. Mi amigo y yo decidimos dividirnos: él se quedaría a esperar a que los maestros le hicieran un espacio y yo bajé a ver cómo estaban las cosas con los estudiantes.
Al llegar a la asamblea estudiantil me sorprendió la encendida defensa que ella hacía de nosotros (de mi amigo y de mí). Nunca en mi vida nadie me había defendido públicamente con tanto denuedo. Refutaba una serie de acusaciones que asumo se hicieron previas a su intervención: ya empezaba la cacería de brujas. Su decir fue tan vehemente que varias lágrimas escurrieron por sus mejillas. Al finalizar, le di un fuerte abrazo y salimos de la facultad así, abrazados. Sin estrategia, sin propuesta, sin proyecto. Pero así salimos: abrazados. En ese momento era lo más importante.
Esa mujer, desde que la conozco, me sorprende. Lo hace incluso hoy cuando nuestros encuentros y pláticas son escasos. A través de Facebook me llegan sus reflexiones intempestivas. Una de ellas, de las más recientes, habla de la paz, y de su definición ante la vida. Le agradezco infinitamente sus palabras. Su hacerme recordar muchas cosas. Me llegan como lluvia nutritiva en un día en que la sensibilidad extrema me ahoga. Recuerdo sus lágrimas, recuerdo sus palabras, recuerdo su rostro y una que otra de sus confesiones. Y recuerdo también al amigo, aquel amigo que hace tiempo se fue de este planeta.