domingo, agosto 05, 2007

Para ti, José Cruz

La vida es la bronca, dices, y uno asiente sintiendo todas las cicatrices del cuerpo, del alma, de la mirada. Pero tú bien sabes el secreto: con música la bronca se sublima y deja de ser solo padecimiento; se vuelve habitable, quiero decir, vivible. Invitándonos a tu nave de blues nos has hecho comprenderlo. Por eso, de la nostalgia a la alegría del momento irrepetible, del encuentro amoroso que naufraga en la piel al desencuentro tortuoso que navega en el alcohol, tu música, tus arreglos, tus composiciones, tus letras, nos han salvado con la bendición de fuego propia de letra y música que de alma negra llega por barcos y trenes, esclavitud y exploración, ansiedad de libertad y necesidad de amor.

No sé, José, de música y poco de palabras. Sin embargo, te veo y te escucho, y me digo que esta bronca letal que te invade es también tu decisión de volverte completamente música. Veo tu cuerpo hecho de notas ondulantes que asidas del aire se dispersan, tocando cada poro de piel que te escucha. Eres voz, eres palabra, eres compás y ritmo, eres estado de ánimo, eres parte de aquella nota más alta que buscaba la luna como realización. Si la vida es la bronca, la tuya es hoy poesía y ganas de vida, es amor y desamor, encuentros y desencuentros. ¿Hay alguna respuesta más serena para la eterna pregunta de qué es la vida?

Así es José: hay quien da a tu bronca el nombre de una enfermedad; yo, que soy incapaz de hacerlo, la miento como música vuelto cuerpo. Eso eres José: la nota precisa que ya alcanzó eternidad.

Isaac García Venegas
Ciudad de México
5 de agosto de 2007