El show culmina y uno se queda con una fuerte sensación de vacío. Si lo propio de la izquierda es la crítica de la realidad, y si fuese éste el único distintivo posible de la izquierda en un mundo carente de definiciones, entonces habría que conceder su muerte dados los relatos que existen en torno al partido que se decía a sí mismo de izquierda. A esas banderas negras y amarillas les haría bien atender un poema de JEP:
A la orilla del Ganges aguardé,
por espacio de cuatro siglos,
el cadáver de mi enemigo.
Vi pasar en el agua restos de imperios,
pero no los despojos de mi enemigo.
En el proceso me volví piedra, planta, raíz
y luego un poco de basura flotante
que se llevó entre sus ondas el Ganges.
Qué decepción: jamás me vi pasar,
nunca supe que yo era mi enemigo.