Yo voto por el orden aunque ello signifique el sacrificio de mi libertad.
Yo voto por acciones concretas, como el desempleo y la violencia.
Yo voto porque la droga no llegue a nuestros hijos (no importa que no tenga), pero sí la imbecilidad y el autoritarismo.
Yo voto por esos que sí saben como hacerlo, pues tuvieron décadas para demostrar los alcances y el refinamiento del autoritarismo y la corrupción.
Yo voto por esos que al ser desacreditados hacen declaraciones flamígeras y claman perdón al empresariado y los vecinos del norte.
Yo voto porque siempre haya presidentes “singularísimos” que al paso del tiempo acusan tan rápido como olvidan, condenan como ensalzan.
Yo voto por presidentes que hacen de su supina ignorancia un atuendo de lujo y bandera del mexicano promedio deseable.
Yo voto porque a los pobres se les dé, al menos, la oportunidad de broncearse en albercas ficticias.
Yo voto porque todo ha de ser gratuito como compensación de la “necesidad” de la pobreza. Yo voto por ese espíritu caritativo tan tierno del que hacen gala devotos laicos.
Yo voto por políticos que son locutores que son actores que son luchadores que son imagen que rematan sus discursos con un “así sí”.
Yo voto por izquierdas que son derechas que son centro que se visten de tricolor.
Yo voto, sí, por un país de “a maravillas”, dependiendo la luz blanquiazul, tricolor o amarilla que se use.
Por eso, yo voto por el PARDI