jueves, noviembre 06, 2008

Avionazo

Lo que me asombra, en verdad, es la reacción de la gente con que me he topado. Por todos lados especulaciones. Por todos lados la fuerte tentación de vincular lo sucedido con un atentado del narcotráfico. Me parece sintomático que sea la gente la que enarbola estas especulaciones. Es ella, la gente, y no el gobierno, la que elabora una interpretación del suceso que, a fin de cuentas, facilita la profundización de un régimen autoritario y policiaco. Quiero decir: nada impide que esta especulación se vuelva "realidad" y enarbolándola el gobierno ahonde un proceso de vigilancia y represión sin reparo alguno contra todo "sospechoso". ¿No habremos perdido ya?

Sea como fuere, el hecho de atribuir el avionetazo a un atentado del narco es, al mismo tiempo, otorgarle a la lucha contra el narco que emprendió el gobierno federal una relevancia que previo al accidente muchos se negaban a aceptar. Todo parecía indicar que esta supuesta lucha en verdad significaba simplemente un reacomodo de alianzas y fuerzas dentro del gobierno y los cárteles de la droga. Sin embargo, ahora, ante la especulación del avionetazo, esa lucha adquiere ya tintes titánicos, y le otorga una legitimidad de la que carecía en la generalidad de la opinión pública.

De aquí que tanto Mouriño como Santiago Vasconcelos se hayan convertido, en virtud de la especulación del avionetazo, en héroes nacionales de una lucha que en no pocas ocasiones el gobierno federal ha definido como una "guerra". Ahora México tiene sus héroes de guerra, y la especulación resulta significativa porque es la gente la que parece ansiar tales héroes.

Por otro lado, hasta ahora, el narcotráfico mexicano parece vivir todavía en una lógica pedestre. Sus atentados están encaminados a producir miedo, como sucedió en Morelia. Y cuando lo hacen, no parecen tener mucha técnica ni haber desarrollado estrategias muy elaboradas para realizarlos. Desde la perspectiva del atentado, el asunto del avionetazo requirió una elaboración muy complicada: tener acceso a la agenda de los funcionarios, tener itinerarios de vuelo, tener acceso a la avioneta para sabotearla (puesto que como lo dijo Granados Chapa, de haberse presentado un estallido en el aire los cuerpos y el fuselaje mismo del avión se habrían dispersado), etcétera. En cualquier caso, un atentado de esta índole, en caso de haber existido, me parece que trasciende al narco mismo. Habría entonces que buscar en otro lado. Lo cual en el fondo sería mucho más delicado.

Queda, por supuesto, el último camino. El del accidente. Lo cual no suena tan descabellado. Después de todo, en esta administración, si mal no recuerdo, se han dado tres accidentes parecidos. Es probable que tenga que ver con el tipo de adquisiciones que hace este gobierno. Cosa de ver, porque en realidad nada se sabe.