viernes, febrero 23, 2007

El amor explicado para viejos y niños

Todo amor, si es tal, necesariamente es prohibido. Lo es porque por definición es una irrupción. Lo es porque un fuerte impulso desea trascender la ineludible limitación de nuestro cuerpo. Lo es porque nuestro ser se encuentra pleno en un ser ajeno. Lo es porque nuestra piel es insuficiente para albergar a la otra persona. Lo es porque nuestras palabras nunca alcanzan a expresar lo que el otro nos provoca. Lo es porque rompemos nuestra fingida soledad humana para sabernos desamparados ante ese otro ser que nos inunda. Lo es porque todo deja de existir salvo aquellos labios cuya consistencia nos indica que vivimos para otro. Lo es porque dejamos de ser polvo futuro que el viento levanta para convertirnos en suspiro que alimenta la vibración del alma. Lo es porque una mirada se convierte en la única verdad, en la única referencia que permite vivir. Lo es, en fin, porque dejamos de ser quien somos para reencontrarnos en otra persona y nunca más ser los mismos. ¿Qué otra cosa podía ser el amor sino la permanente violación de esa prohibición que nos pretende absolutos y acabados dentro de nuestra propias fronteras? ¿Qué otra cosa podía ser el amor sino la invitación a cruzar lo que está prohibido? Así nació el mundo: Eva decidió trascender la prohibición que significaba estar en el paraíso. Esa es nuestra herencia. Eso es el amor.