Lo primero que notó fue su ligereza. Su cuerpo, ese cuerpo que veía exactamente igual que antes, no pesaba. Se movía con una facilidad que en los últimos meses se le negaba. Sobre todo se dio cuenta que podía respirar. Caminar ya no era un martirio; tampoco estaban ya los aparatos ni las camas ni ese inconfundible olor a hospital.
La sorpresa de esta nueva y recién adquirida ligereza le distrajo por un momento de los cientos de miles con los que caminaba. Hasta donde recordaba no había decidido ir a marcha alguna. Con la interrogación en la mirada, tomó el camino más corto, es decir, cualquiera. Los rostros de los demás le recordaban algo que no podía precisar. Estos fallos de la memoria le comenzaron a preocupar.
–Hola Carlitos –le dijo una voz que le pareció conocida. Tardó unos segundos en reconocer al dueño de la voz.
–¡Bolívar! –dijo tendiendo la mano y dispuesto a abrazar a su interlocutor.
–Son las nuevas circunstancias –comentó Bolívar cuando Carlos infructuosamente quiso abrazarlo–. Somos etéreos –le aclaró.
–Así no funcionarán mis clones –respondió Carlos en tono sarcástico, encogiéndose de hombros.
–Ni el hedonismo –agregó Bolívar–. Aquí la memoria es distinta. Mucho de olvido hay. Quizá nadie solicitará dejarte tocar tu cabecita –dijo en tono socarrón.
Decidieron caminar por el camino más corto. Ambos miraban con cierto asombro el entorno. Carlos con sus manos en los bolsillos, Bolívar recto, erecto, con su elegante traje gris y sus lentes para mirar de lejos. Al poco tiempo encontraron a Pepe, que también caminaba un tanto desconcertado.
–¡Mi querido Pepe! –gritó Carlos; por lo menos eso creyó. Se dio cuenta que tenía voz pero no era sonora.
Pepe fue a saludarlos con alegría. No ofreció la mano ni intentó abrazarlos. Fue lo primero que aprendió en su arribo, horas antes.
–Creo –dijo meditabundo Pepe– que habremos de ser de nueva cuenta isla desconocida.
–¡Vaya! Otra vez a documentar el optimismo –respondió Carlos.
–Por lo visto –intervino Bolívar, acomodándose los lentes para ver de cerca, leyendo un edicto que etéreo se sostenía en el aire– estos muchachitos también tienen su fascinación por la burocracia.
–Y yo que pensé que me tardaría nueve meses en darme cuenta –remató Pepe–. Como Ricardo Reis...
Y los tres siguieron su camino, olvidando un poco lo que antes sabían, pero sabiendo mucho de lo que ahora veían.
Dice Tabucchi: los libros de viaje "poseen la virtud de ofrecer un doquier teórico y plausible a nuestro donde imprescindible y rotundo". Hay muchos tipos de viajes: los internos, los externos, los marginales. Este blog quiere llenarse de estos viajes, e invita a que otros sean también, con sus viajes, un doquier para mi donde.
domingo, junio 20, 2010
lunes, junio 07, 2010
Mi última presentación de Bolívar Echeverría
Presentación
Bolívar Echeverría*
Podría decir que nuestro ponente no necesita presentación. Y así es: su obra, sus ideas, sus modos de analizar la modernidad a partir de su cuádruple ethos, su relectura de Marx, etcétera, son cada vez más conocidos, trabajados y discutidos en Latinoamérica, Estados Unidos y Europa. Como consecuencia de ello se le ha distinguido como Profesor Emérito de nuestra institución en este año y con los premios Libertador al Pensamiento Crítico (Venezuela, 2007) y Pio Jaramillo Alvarado (Flacso-Quito, Ecuador, 2004). Además, sus trabajos como traductor de textos relevantes para el pensamiento crítico como los de Sartre, Benjamin y Horkheimer entre otros, así como su trabajo de carácter editorial en revistas como Cuadernos Políticos, le han valido un amplio reconocimiento. En suma, Bolívar Echeverría es ya un filósofo conocido; por ello no necesita ya presentación.
Pero hay que presentarlo, no sólo porque la formalidad de este evento lo exige, sino porque es una oportunidad valiosa para señalar algo que premios y lectura de sus textos suelen dejar de lado. Me refiero a esa bondad que viene con la edad y que adquiere visos de sabiduría, particularmente si es el resultado de largas y profundas reflexiones.
Y es que, por azares de la vida, desde hace años he podido atestiguar el afán formativo de Bolívar Echeverría que no se circunscribe exclusivamente a los salones de clase o los auditorios de prosapia. Lo he visto obsequiar reflexiones puntuales y profundas en cafés y cantinas; ir a donde la inquietud estudiantil le solicita; caminar por los espacios culturales de grandes vuelos con la misma tranquilidad y curiosidad con que lo hace por aquellos otros que se consideran “alternativos” y de poca monta. Le he escuchando hacer esfuerzos de síntesis inigualables, y sostener en todo momento la crítica puntual y necesaria a la barbarie que el capitalismo es. Me consta que no ceja en su convicción de crear un mundo mejor sin sentimentalismos ni chapucería política de ningún tipo, y lo que es mejor, la comparte con todo tipo de gente. El mundo le habla, y él encuentra el modo de hablarle a ese mundo que le sorprende y le toma por asalto una y otra vez.
Pero la sabiduría de Bolívar Echeverría está, además, en aquello reputado como inicio de la filosofía: se permite la duda. Lo cual, digo yo, lo salva de volverse un pétreo monumento en vida. Lo suyo es la duda y la pregunta antes que el regaño, la diatriba inútil o el consejo asesor. Que este modo de proceder “socrático” da resultados concretos que valen la pena lo demuestra este coloquio. Bolívar Echeverría no es solamente su artífice, sino que es, ante todo, quien sigue preguntándose si el diálogo entre filosofía y ciencia, además de deseable, es posible, habida cuenta los discursos acartonados y anquilosados de uno y otro lado, que no obstante llamarse hermanas, proceden con desconfianza mutua. Como siempre, él lanza la pregunta, ofrece una reflexión, y deja a los que aquí participan como ponentes y oyentes la ardua tarea de responder lo que, al parecer, el mundo moderno ha respondido en un sentido negativo. Lo hace como filósofo en la facultad de Ciencias. Ni más ni menos.
Nos corresponde ahora, escuchar su reflexión.
* En el último coloquio que organizó el Seminario "Modernidad: Versiones y Dimensiones", me correspondió presentar a Bolívar Echeverría en su conferencia magistral. Lo hice con este texto. Modesto como siempre, Bolívar se incomodó un poco con lo que dije. "Nunca sé lo que vas a decir", me dijo al oído. Sonreí. "Eso habla bien de mí viniendo de ti", le respondí con discreción. El breve silencio antes del uso de la palabra fue cómplice.
Bolívar Echeverría*
Podría decir que nuestro ponente no necesita presentación. Y así es: su obra, sus ideas, sus modos de analizar la modernidad a partir de su cuádruple ethos, su relectura de Marx, etcétera, son cada vez más conocidos, trabajados y discutidos en Latinoamérica, Estados Unidos y Europa. Como consecuencia de ello se le ha distinguido como Profesor Emérito de nuestra institución en este año y con los premios Libertador al Pensamiento Crítico (Venezuela, 2007) y Pio Jaramillo Alvarado (Flacso-Quito, Ecuador, 2004). Además, sus trabajos como traductor de textos relevantes para el pensamiento crítico como los de Sartre, Benjamin y Horkheimer entre otros, así como su trabajo de carácter editorial en revistas como Cuadernos Políticos, le han valido un amplio reconocimiento. En suma, Bolívar Echeverría es ya un filósofo conocido; por ello no necesita ya presentación.
Pero hay que presentarlo, no sólo porque la formalidad de este evento lo exige, sino porque es una oportunidad valiosa para señalar algo que premios y lectura de sus textos suelen dejar de lado. Me refiero a esa bondad que viene con la edad y que adquiere visos de sabiduría, particularmente si es el resultado de largas y profundas reflexiones.
Y es que, por azares de la vida, desde hace años he podido atestiguar el afán formativo de Bolívar Echeverría que no se circunscribe exclusivamente a los salones de clase o los auditorios de prosapia. Lo he visto obsequiar reflexiones puntuales y profundas en cafés y cantinas; ir a donde la inquietud estudiantil le solicita; caminar por los espacios culturales de grandes vuelos con la misma tranquilidad y curiosidad con que lo hace por aquellos otros que se consideran “alternativos” y de poca monta. Le he escuchando hacer esfuerzos de síntesis inigualables, y sostener en todo momento la crítica puntual y necesaria a la barbarie que el capitalismo es. Me consta que no ceja en su convicción de crear un mundo mejor sin sentimentalismos ni chapucería política de ningún tipo, y lo que es mejor, la comparte con todo tipo de gente. El mundo le habla, y él encuentra el modo de hablarle a ese mundo que le sorprende y le toma por asalto una y otra vez.
Pero la sabiduría de Bolívar Echeverría está, además, en aquello reputado como inicio de la filosofía: se permite la duda. Lo cual, digo yo, lo salva de volverse un pétreo monumento en vida. Lo suyo es la duda y la pregunta antes que el regaño, la diatriba inútil o el consejo asesor. Que este modo de proceder “socrático” da resultados concretos que valen la pena lo demuestra este coloquio. Bolívar Echeverría no es solamente su artífice, sino que es, ante todo, quien sigue preguntándose si el diálogo entre filosofía y ciencia, además de deseable, es posible, habida cuenta los discursos acartonados y anquilosados de uno y otro lado, que no obstante llamarse hermanas, proceden con desconfianza mutua. Como siempre, él lanza la pregunta, ofrece una reflexión, y deja a los que aquí participan como ponentes y oyentes la ardua tarea de responder lo que, al parecer, el mundo moderno ha respondido en un sentido negativo. Lo hace como filósofo en la facultad de Ciencias. Ni más ni menos.
Nos corresponde ahora, escuchar su reflexión.
* En el último coloquio que organizó el Seminario "Modernidad: Versiones y Dimensiones", me correspondió presentar a Bolívar Echeverría en su conferencia magistral. Lo hice con este texto. Modesto como siempre, Bolívar se incomodó un poco con lo que dije. "Nunca sé lo que vas a decir", me dijo al oído. Sonreí. "Eso habla bien de mí viniendo de ti", le respondí con discreción. El breve silencio antes del uso de la palabra fue cómplice.
Se pasa... Se sigue pasando...
Hay frases que se me regresan. Recuerdo que en la primera sesión del seminario que tuve con él, en 1997, nos urgió a comentar nuestras impresiones tras su exposición sobre el barroco. Yo estaba sorprendido. Mi intervención comenzó con la siguiente frase: "Está claro que aquí la única que se pasa de pendeja es la realidad". Sus carcajadas francas me dieron confianza. Hoy la realidad se sigue pasando de pendeja pero su humor, inteligencia y mirada ya no están.
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sábado, junio 05, 2010
Fallece Bolívar Echeverría
El día de hoy falleció Bolívar Echeverría. Mi trsteza es infinita.
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jueves, junio 03, 2010
Desenlace
1.- Los pronósticos se cumplen: el mundial, su atmósfera, facilitará el desenlace del caso del jefe.
2.- Sigo pensando lo mismo: lo delicado del asunto es explicar el secuestro.
3.- Cualquier explicación afecta al gobierno federal. Un poder que sea capaz de secuestrar a un personaje de la “hidalguía” –dice uno de los pupilos del Jefe– del susodicho, habla de a) un Estado débil (carece del monopolio efectivo de la violencia) y de b) que grupos reales y concretos disputan la hegemonía del Estado.
4.- La demora en la solución del caso pienso se relaciona con las valoraciones diversas que se han hecho dentro del gobierno. La pregunta es, ya entrados en costos políticos, ¿cuál es el mejor costo político, es decir, a quién atribuirle semejante acto?
5.- El “retiro” de autoridades judiciales del caso, contraviniendo todas las leyes posibles, explica el intento de eximir al gobierno de sus consecuencias. Muerto o libre el Jefe, persistirá la pregunta del por qué. Una pregunta cuya respuesta será mucho más delicada si el Jefe aparece vivo. ¿Qué se negoció para su liberación? Está claro, como dice otro pupilo del Jefe, que no fue por dinero.
6.- Como lo demostró el caso de Paulette, si todo se circunscribe a un drama familiar, el por qué puede postergase infinitamente. Al parecer esta será la ruta, previamente validada por al experiencia de la niña que muere de muerte natural.
7.- Al parecer hay autorización por parte del gobierno federal de esparcir la especie de que el secuestro, con fines distintos al económico, se debe a un poderoso grupo. Se insta a que las miras se coloquen en la guerrilla “mala”, es decir, la que no es el EZLN. Por lo visto, el gobierno ya decidió que el costo de imputarle el hecho a la guerrilla es menos costoso que al narcotráfico. Además, le atribuye un poderío que curiosamente siempre le negó. Haciéndolo crea un adversario que puede ser útil para generar legitimidad, tan urgido que anda de ello.
8.- En este contexto, la declaración del senador Madero sobre la UNAM huele a un intento de darle dimensión al adversario. La maquinaria se echó a andar: la guerrilla ultra, que cuenta con numerosas simpatías en la universidad, en un desvarío ideológico, secuestró al Jefe. La familia negocia los términos de la liberación, pero el gobierno desenmascara al adversario que acosa al Estado y a las leyes. Acabar con esos espacios que permiten estos desvíos sociales se convertirá en una consigna electoral. El miedo ya abonó el terreno.
9.- Aparecen, súbitamente, ex ceuístas que en comentarios de noticias confiesan su error al haber participado en los movimientos estudiantiles de la UNAM. Dicen que esta institución sí necesita reformas, que debe redefinir su perfil. Voces de derecha los alientan. Esos exmilitantes estudiantiles, curiosamente, son reconocidos como porros e infiltrados dentro de la los movimientos estudiantiles.
10.- Mientras el Jefe negocia. Sabe que su vida está en juego. Si el precio de su liberación es alto, no tanto por la exigencia, sino porque se sepa lo negociado, aparecerá muerto. La familia, por lo visto, está dispuesta a cargar con el peso de la responsabilidad. Lavándose las manos, el gobierno minimiza el impacto público de su responsabilidad. Actuando contra la guerrilla y las universidades públicas, particularmente la UNAM, intenta rescatar algo de su erosionada legitimidad.
Con el silbatazo inicial del mundial, sabremos qué sucede con el Jefe.
2.- Sigo pensando lo mismo: lo delicado del asunto es explicar el secuestro.
3.- Cualquier explicación afecta al gobierno federal. Un poder que sea capaz de secuestrar a un personaje de la “hidalguía” –dice uno de los pupilos del Jefe– del susodicho, habla de a) un Estado débil (carece del monopolio efectivo de la violencia) y de b) que grupos reales y concretos disputan la hegemonía del Estado.
4.- La demora en la solución del caso pienso se relaciona con las valoraciones diversas que se han hecho dentro del gobierno. La pregunta es, ya entrados en costos políticos, ¿cuál es el mejor costo político, es decir, a quién atribuirle semejante acto?
5.- El “retiro” de autoridades judiciales del caso, contraviniendo todas las leyes posibles, explica el intento de eximir al gobierno de sus consecuencias. Muerto o libre el Jefe, persistirá la pregunta del por qué. Una pregunta cuya respuesta será mucho más delicada si el Jefe aparece vivo. ¿Qué se negoció para su liberación? Está claro, como dice otro pupilo del Jefe, que no fue por dinero.
6.- Como lo demostró el caso de Paulette, si todo se circunscribe a un drama familiar, el por qué puede postergase infinitamente. Al parecer esta será la ruta, previamente validada por al experiencia de la niña que muere de muerte natural.
7.- Al parecer hay autorización por parte del gobierno federal de esparcir la especie de que el secuestro, con fines distintos al económico, se debe a un poderoso grupo. Se insta a que las miras se coloquen en la guerrilla “mala”, es decir, la que no es el EZLN. Por lo visto, el gobierno ya decidió que el costo de imputarle el hecho a la guerrilla es menos costoso que al narcotráfico. Además, le atribuye un poderío que curiosamente siempre le negó. Haciéndolo crea un adversario que puede ser útil para generar legitimidad, tan urgido que anda de ello.
8.- En este contexto, la declaración del senador Madero sobre la UNAM huele a un intento de darle dimensión al adversario. La maquinaria se echó a andar: la guerrilla ultra, que cuenta con numerosas simpatías en la universidad, en un desvarío ideológico, secuestró al Jefe. La familia negocia los términos de la liberación, pero el gobierno desenmascara al adversario que acosa al Estado y a las leyes. Acabar con esos espacios que permiten estos desvíos sociales se convertirá en una consigna electoral. El miedo ya abonó el terreno.
9.- Aparecen, súbitamente, ex ceuístas que en comentarios de noticias confiesan su error al haber participado en los movimientos estudiantiles de la UNAM. Dicen que esta institución sí necesita reformas, que debe redefinir su perfil. Voces de derecha los alientan. Esos exmilitantes estudiantiles, curiosamente, son reconocidos como porros e infiltrados dentro de la los movimientos estudiantiles.
10.- Mientras el Jefe negocia. Sabe que su vida está en juego. Si el precio de su liberación es alto, no tanto por la exigencia, sino porque se sepa lo negociado, aparecerá muerto. La familia, por lo visto, está dispuesta a cargar con el peso de la responsabilidad. Lavándose las manos, el gobierno minimiza el impacto público de su responsabilidad. Actuando contra la guerrilla y las universidades públicas, particularmente la UNAM, intenta rescatar algo de su erosionada legitimidad.
Con el silbatazo inicial del mundial, sabremos qué sucede con el Jefe.
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