viernes, septiembre 25, 2009

Sesgos de la nueva reacción

1.- Estacionamiento de la Facultad de Filosofía y Letras. Una asamblea que por el modo de su concreción denota que fue promovida por las autoridades. Una parte del estacionamiento cercado, todo supervisado por vigilancia UNAM. Se respira un ambiente de protección a la asamblea que, como se le vea, es poco “representativa”, tanto por número como por la filiación de sus participantes.

2.- La discusión: recuperar el auditorio Justo Sierra, entre otros conocido como “Che Guevara”. El estudiantado reunido proclama la propiedad universitaria del auditorio, y reclama se le regrese a la comunidad. Se discute, se propone. Pero lo que se ve es a un sector del estudiantado, protegido por las autoridades, haciendo la tarea que a las autoridades corresponde.

3.- Breve historia. Uno de las muchas consecuencias derivadas del movimiento estudiantil del ’99 es la toma del auditorio Justo Sierra por parte de lo que quedó de la organización estudiantil aglutinada en torno al CGH. Aquel movimiento, en su suceder prolongado, convocó alianzas sociales, que se hicieron presentes ocupando de manera paulatina el auditorio. El espacio dejó de ser estrictamente universitario para convertirse en una instalación universitaria “ocupada” por expresiones sociales alternativas. Y las autoridades, tan buenas para disfrazar y meter a la policía, les dejaron hacer. Como si los “ocupas” del auditorio fueran un pivote “garante” para desactivar cualquier movilización estudiantil. Entre radicales y conservadores hay, por lo visto, un acuerdo tácito que ofrece banderas, logros y garantías a cada cual.

4.- El auditorio lleva años ocupado, y diversas actividades se han hecho presentes en su seno: desde las “oscuras” hasta las que de una manera u otra dan cuenta de lo que a la propia facultad de Filosofía y Letras le falta: una galería, una emisora de radio, talleres, centro generador de información que si no es alternativa por lo menos no es la que inunda los medios de comunicación masiva en general, comedores de precio módico y asequible para el estudiantado, centro de difusión musical. Nada que pueda tacharse de primera mano como “ajeno” a los intereses de la facultad de Filosofía y Letras.

5.- Cierto es que esa ocupación dejó a un amplio sector de la comunidad sin un espacio para realizar las actividades que la propia universidad supone, particularmente en la facultad de Filosofía y Letras: obras de teatro, festivales, reuniones políticas, proyección de películas, vinculación con movimientos y experiencias sociales distintas a las que prevalecen en la universidad, coloquios, reuniones académicas, etcétera. Se vive, no sin razón, como expropiación.

6.- Y las autoridades dejaron hacer. Estuvieron dispuestas a sacrificar las “actividades universitarias” en aras de “actividades informales”. Para regresar a lo propio de la universidad no tuvieron ni prisa ni decisión ni arrojo, como sí la tuvieron para fabricarse una encuesta endeble y meter rápidamente a la policía en aquellos lejanos años de huelga estudiantil.

7.- Hoy las autoridades dan un paso más en su ya acostumbrada línea reaccionaria. Primero, de una desgracia (un asesinato), promovieron un conflicto en el que a la postre se hicieron aparecer como salvadores (macetas y piedras). Es la bondad de la autoridad. Segundo, ahora, ante el recorte presupuestal, comienzan a fabricar los escenarios de un conflicto en el que intentan oponer academia-trabajo. Los malos ahora son los trabajadores, que de pura hora extra viven, y por supuesto, en nada se parecen a los merecimientos “pilonezcos” del profesorado. Tercero, confiados en esta nueva alianza, las autoridades proceden como antaño: que el estudiantado, como víctima, recupere las instalaciones tomadas para que lo que en principio sería un “costo político”, se convierta en un “acierto por la firmeza de la actuación” de “autoridades responsables que escuchan a su comunidad” (Lección De la Fuente). El mundo está al revés: el estudiantado soluciona los desatinos de la autoridad; la autoridad actuando como “salvadora” de los intereses de “la comunidad” (maestros y burócratas); ambos contra la injusticia de los que no pueden reclamar o exigir de otra manera que actuando en el estrecho ámbito que les corresponde: marchando, haciendo paros, tomando instalaciones.

8.- Debe quedar claro para todos: la reacción ya hizo sus efectos entre el estudiantado. ¿Será por eso que alguien, muy encumbrado, dijo que estaba feliz de verlos a todos alineados a la derecha?