Dice Tabucchi: los libros de viaje "poseen la virtud de ofrecer un doquier teórico y plausible a nuestro donde imprescindible y rotundo". Hay muchos tipos de viajes: los internos, los externos, los marginales. Este blog quiere llenarse de estos viajes, e invita a que otros sean también, con sus viajes, un doquier para mi donde.
miércoles, abril 29, 2009
En tiempos de influenza porcina (o influencia de los cochinos, cosa que no es novedad)
Andar por las calles de la ciudad de México en estos días es en verdad sorprendente. En primer lugar, uno se topa con ejércitos de tapabocas azules que ejercen una nueva discriminación para el que no trae uno puesto. Quien los ha usado, como médicos o investigadores, saben perfectamente que no sirven más allá de dos horas. Ni siquiera la peste propia es soportable. Ante la falta de tapabocas, la improvisación ha de hacer su aparición: utilizar copas de sostenes femeninos, calzones, y demás, para al menos agregarle ironía a este estado de miedo. En segundo lugar, sorprende esa calma que prevalece en todos lados. El miedo parece condensarse en una nube de calma. Dejemos a un lado la economía, lo que llama poderosamente la atención es el comportamiento. En tercer lugar, uno piensa en todas las canciones que hablan del fin del mundo, como aquella de U2 que dice: “In my dream I was drowning my sorrows/But my sorrows, they learned to swim/Surrounding me, going down on me/ Spilling over the brim/Waves of regret and waves of joy/I reached out for the one I tried to destroy/You...you said you'd wait/'til the end of the World”. O mejor la de Blades, aquella que canta: "Prepárense ciudadanos, se acabó lo que se daba,
a darse el último trago. No se me pueden quejar, el "show" fue bueno y barato; ante el dolor el buen humor es esencial, saca a tu pareja y ponte a bailar la canción del final del mundo./Que no les domine el miedo, no se pongan a gritar; control y nada de nervios, y cuidado con llorar. Para bien o para mal lo mandamos a buscar, y ahora nos llegó la cuenta y tenemos que pagar./Despídete de tu barrio y del mundo en general, y que en la tierra nadie quede sin bailar la canción del final del mundo”. Y al final, a uno le da por pensar en la necesidad de hacer como en la novela de Camus: una fiesta sobre cadáveres, peste y demás. Algo de nosotros hallaremos en esta situación extrema: al menos la importancia de juntarse....