lunes, octubre 23, 2006

Pérdida


Hubo un día que el sol te sorprendió asido de la nada. Tus dedos, entumidos en un esfuerzo inútil, parecían petrificados en torno a una ausencia. Cada parte de tus manos te dolía. Perplejo mirabas el vacío intentado recordar el momento en que por arte de magia habías perdido aquello que pensabas asir con tanta fuerza. Un sudor frío escurría por tu cabeza: te diste cuenta de que en realidad allí nunca hubo nada que no fuese el deseo exacerbado de tu febril imaginación. No habías perdido nada, simplemente nunca habías tenido nada.