Puede ser que mis obsesiones den relevancia a lo que en realidad carece de ella. Sin embargo, creo que es muy difícil que el creciente gusto por los zombies, sobre todo entre adolescentes y jóvenes, pase inadvertido. Hasta ahora no he leído nada al respecto; supongo ya hay reflexiones sobre ello, pero no me las he encontrado.
Imagino que al pensar el fenómeno zombie se hace referencia a los juegos hechos película (Resident Evil) y otras cintas que sin ser juegos han tenido éxito como Soy Leyenda y la reciente Guerra Mundial Z. No me interesan tanto las fuentes de este creciente gusto por los zombies, que aumenta a la par de ese otro gusto por vampiros y hombres lobo, sino su entusiasta aceptación en países como el nuestro.
Al parecer, emular ser zombie es un modo de incorporarse a una corriente mundial que hace marchas, encuentros y festejos. Detrás de esa igualdad mortal que ofrece “ser zombie”, se esconde cierto adoctrinamiento que vuelve aceptable una idea terrible: que no hay ni habrá futuro para la mayoría; que el mundo es solamente para unos cuantos elegidos y audaces que logran escapar a esa feroz igualdad mortal. Idea sobre la que se teje algo más: que sin futuro no se vive ni se sobrevive, se es solamente un muerto en vida. Y que de hecho ya ni siquiera es necesario plantearse alguna cosa con respecto a la vida, pues pasado el trago amargo de la conversión, no hay angustias ni problemas humanos ni sociales; no hay moral ni otra necesidad que saciar el hambre; no hay dolor, salvo el que deriva del contacto con el sol. En suma, no hay nada más que el instinto, la pura inercia de una genética trasmutada, la mera barbarie.
Llegado a este punto no puedo dejar de pensar en el modo como cierra el libro de Finkielkraut (La derrota del pensamiento). Cito: “Así pues, la barbarie ha acabado por apoderarse de la cultura. A la sombra de esa gran palabra, crece la intolerancia al mismo tiempo que el infantilismo. Cuando no es la identidad cultural la que encierra al individuo en su ámbito cultural y, bajo pena de alta traición, le rechaza el acceso a la duda, a la ironía, a la razón -a todo lo que podría sustraerle de la matriz colectiva-, es la industria del ocio, esta creación de la era técnica que reduce a pacotilla las obras del espíritu (o, como se dice en América, de entertainment). Y la vida guiada por el pensamiento cede suavemente su lugar al terrible y ridículo cara a cara del fanático y del zombie”.
Me parece que esta cita dice algo sobre el creciente gusto por los zombies y este país.
Dice Tabucchi: los libros de viaje "poseen la virtud de ofrecer un doquier teórico y plausible a nuestro donde imprescindible y rotundo". Hay muchos tipos de viajes: los internos, los externos, los marginales. Este blog quiere llenarse de estos viajes, e invita a que otros sean también, con sus viajes, un doquier para mi donde.