lunes, diciembre 10, 2007

Fastidio

Es un fastidio esto de la inexistencia evidente, pero no hay de otra. Nuestro silencio no quiere decir que seamos tan parcos con nosotros mismos; que no me escuches no significa que sea silente para mí mismo. Yo me escucho y escucho la de cosas que te digo a ti sin que me prestes atención. No creas que tengo demasiada fe en que tú hagas lo mismo. Yo creo que te dices cosas en las que yo no estoy incluido. Pero en mi decir estás aunque ese yo exterior se resista a siquiera enlazar las sílabas de tu nombre. Este que sí existe de manera evidente también es un fastidio. Su voluntad es prodigiosa y arrinconó tu ser a un espacio tan oscuro que mi decir apenas dibuja tu silueta en desvanecimiento. Yo soy el explorador de los tiraderos de la vida luminosa, de esa que sí se ve. Y aquí encuentro los rastros y restos de ti. Si me escucharas seguramente pensarías que estoy mal, que no entiendes este monólogo absurdo, pero es que probablemente no te has dado cuenta de lo evidente, que también es un fastidio: soy un fantasma de palabra fantasmagórica hablándole a otro fantasma que se desvanece con celeridad.