jueves, diciembre 24, 2020

Un nuevo virus

 En México, y supongo en otras partes del mundo, hay otro virus flotando en el aire. Se trata de un virus que transforma a los que antaño se autodenominaban “de izquierda”–nosotros que somos de izquierda, decían– en noveles “liberales” –cuya ambigüedad tiene poco que ver con los decimonónicos– o “socialdemócratas” –en su vertiente más acomodaticia–; que convierte a los otrora defensores de la “democracia” (representativa, por supuesto) en fervientes adeptos de la reelección y el centralismo “de base social”; que vuelve a los “críticos” –rabiosos críticos en el pasado– en lisonjeros del poder; que produce miopía en lo que antes era mirada supuestamente profunda, una miopía ensimismada en la coyuntura (electoral, sobre todo). Este virus es peor que aquel otro que vuelve a los conservadores de siempre en pésimos críticos de la realidad. Este virus, que algunos ya consignan y del que otros hablan tímidamente para no ser exiliados de la palestra embravecida, parece no tener vacuna ni ceder ante la distancia social. Es un virus que se propaga con gran velocidad. Entre sus secuelas están los “res”: resignación, reasignación, reacomodo, reiteración, redefinición, remilitarización, reencantamiento, redobles en su centro la tierra, etcétera.