jueves, enero 05, 2017

Guía elemental para distinguir movimientos sociales de las provocaciones e infiltraciones

Los movimientos sociales genuinos entusiasman, crean solidaridad, inspiran utopías, respiran libertad. De ninguna manera provocan miedo, incertidumbre, terror. Es muy sencillo distinguir en medio de las actuales movilizaciones sociales espontáneas las corrientes provocadoras que pretenden acabarlas rápidamente, pues les urge se terminen antes de que se puedan articular en algo más complejo que en verdad ponga al borde del colapso un gobierno muy débil.


Pero esta urgencia tiene otro aspecto sumamente revelador: ella parte de un necesario desdén hacia la población que protesta, cuestiona y duda; da cuenta de una extraordinaria cerrazón similar a la fe; e indica una reducción de la idea de gobierno democrático a uno autoritario y represivo. De hecho, el mensaje presidencial reveló este proceso. En éste Peña Nieto habla de sí en tercera persona, condesciende con los mortales “entendiendo su molestia”, habla esotéricamente de que las cosas “hubieran” (velada amenaza) sido peores de no tomar semejante decisión sobre la gasolina, y por si fuera poco se pone a sí mismo como “el sacrificado” porque afirma haber tomado la decisión que nadie “hubiese querido tomar”.


De aquí que las movilizaciones sociales espontáneas de estos días, si logran distinguirse de los provocadores, si articulan su demanda, si crean los lazos de solidaridad necesariamente más complejos y trascendentes que el mero enojo, podrán enfentar a un gobierno autoritario y un presidente que cree de sí ser un tótem del siglo XXI.