Ayer, durante la comida, mis padres me pidieron les explicara lo de rectoría. Les hablé de la ofensiva reformista que en esos planteles se vive desde 1996 y la ominosa tentación que desde 1986 hay de destrozar a la UNAM, privatizándola y cambiando su modelo educativo por uno más técnico, sin crítica y escasa ciencia. La charla me dejó profundamente herido. Me di cuenta que hubo un tiempo en que mis amigos, conocidos y yo, estábamos en la trinchera. Hoy me encuentro en medio de un sector indiferente y derrotado gracias a la política de la “puntitis” que se impuso en la década de los noventa. Hoy, me siento incómodo con mis “colegas”. Hoy me doy cuenta que en las trincheras no hay casi nadie. Hacia allá iré.