Yo también clamo en contra de la inseguridad.
La inseguridad que genera un país capaz de reaccionar ante las presiones de los ricos pero ignora por completo los reclamos e inconformidades de los pobres.
La inseguridad que produce a millones de personas el desempleo y la crisis.
La inseguridad que hay en la felicidad de unos cuantos ricos que medran con el desempleo y la crisis.
La inseguridad de una inflación galopante sistemáticamente negada por un gobierno miope.
La inseguridad que genera la clase política de este país, tan inteligente como su talento para el vote pronto en los espejos del interés particular.
La inseguridad de quien hace de sus capacidades romas medida del país.
La inseguridad que los viejos y nuevos fascismos provocan con la bandera de la seguridad y la vigilancia.
La inseguridad que en forma de violencia física expresa la ineptitud de funcionarios y asesores.
La inseguridad que el discurso del miedo y el temor genera, promovido desde las altas esferas del gobierno y la mayoría de los medios de comunicación masiva.
La inseguridad que proviene del choque brutal entre la fantasía de unos cuantos y la realidad que muchos viven en el país.
Contra esa inseguridad me manifiesto, sin velas, sin cámaras, sin recursos.