viernes, noviembre 16, 2007

El escritor y la palabra

La película, comercial e intrascendente, le provoca algunas lágrimas. Quien lo conoce sabe que no se trata de la película, sino de esa profunda y dolorosa tristeza que en su interior nace y se esparce por todos lados de su cuerpo, hasta que en ocasiones llega a sus ojos cual tsunami. La soledad es ese mar que en su interior se agita. Quizá por eso vive agradecido cuando alguien decide acercarse para con su sola presencia tranquilizar ese mar. Cuando nadie hay, escribe. Lo que ojos ávidos leen no es otra cosa que esas profundidades dolientes que le exigen una sensibilidad tan acendrada que una trivial película le hace derramar algunas lágrimas. Pero de eso casi nadie sabe. Para la mayoría, él tan sólo es palabra excelsa. Y la excelsitud que otros celebran es la dimensión misma de lo que ignoran. Ni siquiera cuando el escritor se ahogue hallarán el motivo real por el que tanto celebran sus palabras.