sábado, marzo 10, 2007

Los impresentables

Desde las alturas cualquier inferioridad resulta impresentable. Desde el poder lo único presentable son las “nubes celestiales” de su propio autoelogio, mientras que los márgenes y las inferioridades son siempre los infiernos que, por definición, le son impresentables. Desde el privilegio únicamente su propia realidad es presentable. Y los privilegios no son exclusivos de las derechas; también, por desgracia, existen entre las que se autodefinen “izquierdas”.

Impresentable fue la “chusma” que hizo la independencia, que luchó contra las invasiones extranjeras, que vertió su sangre en la revolución. Impresentables también fueron los jóvenes que se opusieron a la “dictadura perfecta” y que por eso padecieron el fuego, la sangre y la represión. Impresentables para la irracional opresión masculina son las mujeres que se niegan a cumplir su “histórico papel” de sumisión y de objeto sexual. Impresentables para los burgueses son los obreros y campesinos. Siempre impresentables para los ricos son los pobres. Impresentable para la “alta cultura” es la “cultura popular”.

Pero son esos impresentables los que le dan sentido a este país, los que alimentan las elucubraciones sofisticadas de la “alta cultura”, los que generan el plusvalor que permite a unos cuantos vivir parasitariamente en nuestro país y en el mundo. Esos impresentables son los que hoy ya no parecen estar de acuerdo con la “normalidad del silencio”, con el rezo de que unos cuantos saben mejor que ellos lo que merecen y les conviene, con la “tranquila idea” de delegar en esos pocos lo que su propio andar marca como horizonte.

A nadie debe asustar que sean ellos, los impresentables, los que hoy irrumpen en el escenario nacional y citadino para decir sus verdades y para gobernarse a sí mismos. Lo que horroriza es que entre los que se dicen de “izquierda” haya quien utilice este epíteto para descalificar a los que han demostrado con creces que el Faro de Oriente no depende ni de títulos ni de apellidos ni del abolengo del que supone ser presentable.

Los impresentables están del lado de las mejores causas, del lado izquierdo. Felicitémonos porque el Faro de Oriente continúa del lado que vale la pena.





Texto en apoyo al nombramiento de Agustín Estrada como director del Faro de Oriente