domingo, noviembre 01, 2015

Una calaverita.

La Parca muy alebrestada estaba,
porque el día de muertos se aproximaba.
Muy emocionada ella bailaba,
porque pronto visitaría su república tan amada.

En la espera a que llegara el día,
la Parca vio que la Llorona por allí venía.
“Llorona de mis días, qué te pasa, que te veo más afligida”.

¡Ay Parca adorada, de esa tu república tan querida, vengo yo este día!
De esa república, Parca mía,
¡no queda ni una chirimía!

¡Ay Parca mía!,
en esa república tan querida,
¡la gente no muere un día,
sino que es desaparecida!

Mis lamentos ya no alcanzan para tanto Parca mía,
porque creo que ni tú a los miles que son hallarías.
No vayas a tu república tan querida, Paraca mía,
que sin oficio ni beneficio ni allí te querrías.

Llorona de mi vida,
tremenda noticia llega de tu boca querida.
Pero Llorona mía,
sin una ofrendita vivir no podría.
Es la hora de cambiar Llorona mía.
Seré delincuente priista
en esa nueva y terrorífica monarquía.