domingo, julio 26, 2015

...ni siquiera nos hemos enterado

Me preguntan si no tengo opinión sobre la fuga del Chapo. Por supuesto que la tengo, pero no pasa de ser solamente eso, una opinión. En ella incluyo todo cuanto han dicho u opinado otros, los especialistas, los políticos, los académicos, los periodistas, la gente común y corriente. Para mí, la “pista” fundamental se encuentra en la oportunidad política de la fuga. Sucedió en un momento de lucimiento gubernamental. Eso es lo que hay que valorar en su justa dimensión. ¿La fuga del Chapo afectó severamente al gobierno de EPN, o por el contrario, la magnitud del lucimiento le abrigó de cualquier responsabilidad en una fuga que, queda claro, no pudo llevarse a cabo sin la connivencia de las altas esferas del poder? Creo que en esta pregunta se cifra el secreto de la fuga del Chapo. Por desgracia, no tengo respuesta. Por un lado, si se atiende a los resultados políticos y sobre todo económicos del viaje oficial del ejecutivo mexicano a Francia puede suponerse que esta fuga le afectó severamente. Sin embargo, ¿no es esta afectación el camino seguro para presentar al gobierno mexicano como “víctima” de un cáncer (la corrupción) del que dice no ser responsable? Y al presentarse como víctima, ¿no se distancia, al menos públicamente, de una posible responsabilidad en esta fuga? Por otro lado, puede ser que efectivamente lo que se buscó con la fuga fue afectar severamente al gobierno mexicano. Eso supondría una lectura política y un “timing” que parece estar más allá de las posibilidades mismas del narcotráfico. Lo cual nos colocaría ante la presencia de una disputa política intestina de dimensiones inconcebibles porque indicaría con toda claridad la debilidad extrema del grupo que actualmente ostenta el poder político en este país. Estaríamos ante un grupo débil y sitiado, ¿por quién? Si este fuese el caso, ¿a qué nos conduciría? A una rearticulación del poder político informal, que como se sabe, es base y fundamento del poder político formal en México. En este sentido, quizá nos hallaríamos ante un golpe de Estado del que ni siquiera nos hemos enterado.