jueves, mayo 31, 2012

"¿Y si a esto se referían los mayas?"


El día de ayer, el movimiento #yosoy132 dio un paso importante. Sin dejar su espíritu reformista, planteó los temas que le inquietan. En ello hay que interpretar una visión de país, no una ocurrencia ni una dispersión. El hecho de que su Asamblea General se realizara en la UNAM tuvo una influencia decisiva en cuanto al tono y los temas. Falta por ver lo que cada escuela, ya en su propio ámbito, decida con respecto a los acuerdos de la plenaria realizada el día de ayer. Sea como fuere, a juzgar por quienes hablaron al respecto, la experiencia fue extraordinaria: por el momento se rompieron los límites electorales y se fraguó una fraternidad que al menos en el momento diluyó las fronteras entre universidades privadas y públicas. El orden del principio, que incluía carteles, horarios (en los que se solicitaba puntualidad), servicios de emergencia y de derechos humanos, muy propio de un sector estudiantil particular, se convirtió en enjundia y compromiso festivo estudiantil durante el día y al final. No es poca cosa.


Habrá que esperar los resolutivos de cada escuela para entonces saber cuáles son las demandas de consenso. Pienso que no estaría mal un esfuerzo de síntesis cabalística: 6 puntos (resultado de la suma de 1+3+2) que aglutinen a todo el movimiento, le permitan posicionarse y extenderse en la sociedad. Sea como fuere, me parece que el campanazo será la marcha del 10 de junio. Allí se darán cita diversas generaciones que llevan muchos años bregando por un país distinto. Apunta a ser una marcha enorme. Y si a alguien se le ocurre poner pantallas gigantes para en el zócalo ver el debate entre los candidatos a la presidencia, los efectos pueden ser en extremo interesantes.


Por lo demás, no puede pasar inadvertida la reacción del poder. No sólo del candidato más cuestionado, sino de Calderón. La movilización ya dirige sus baterías en su contra al poner sobre la mesa una exigencia de juicio político (en estricto sentido al único que en estos momentos se le puede hacer). ¿Qué hará Calderón, o mejor dicho, qué está haciendo? Un político que, según se cuenta, juró ante la tumba de su padre no permitir el regreso del PRI al poder. Un político de venganzas superlativas con un severo padecimiento de salud según cuenta Scherer. El problema es que la candidata de su partido ha sido barrida del escenario electoral en los últimos días. Ya se comenta que quizá Calderón está haciendo el cálculo político de "bajar" a Vázquez Mota de la contienda para favorecer a López Obrador. Sería un paso audaz y hasta sorprendente. Incluso irónico (imaginar a Calderón dando la banda presidencial a López Obrador trasciende cualquier surrealismo, infrarrealismo, ficción, locura, etcétera). Sin embargo, de suceder esto, la sospecha se extendería: ¿a cambio de este "voto útil" se garantizaría la impunidad de Calderón?


Otro escenario, más inquietante, tiene que ver con el Ejército. No puede pasar inadvertido que al mismo tiempo que la agitación juvenil se hace patente, se conmociona la institución armada por la detención de generales acusados de estar vinculados con el narcotráfico y por lo que al parecer fue un "montaje" que tuvo como desgraciado protagonista a otro general. Lo que está saliendo a flote pone en duda la honorabilidad de las fuerzas armadas, su compromiso, y los fundamentos de su muy callada lógica política. Unas fuerzas armadas que a diferencia de otras épocas actualmente cuenta con enormes recursos económicos y militares. Al estar en el ojo del huracán, las fuerzas armadas perecen quedarse solas: el poder ejecutivo ya está profundamente débil, los trazos previos que ofrecían un escenario estable ahora se ven en peligro gracias a las demandas reformistas del movimiento #yosoy132, acosadas por el narcotráfico y sus compromisos, etcétera.


Este escenario, sin duda delicado, coloca a López Obrador en una situación difícil por explosiva. Por un lado, su proceder debe ser lo suficientemente cuidadoso para responder adecuadamente a las exigencias que están planteando los jóvenes. Por otro, su propio discurso le impide llegar a un acuerdo con Calderón y por tanto aceptar públicamente la lógica del "voto últil" promovido desde Los Pinos. No hay amor que exonere pública y políticamente. No cabe duda que López Obrador ha sido muy prudente con respecto al Ejército. Lo necesita tranquilo, sin ideas descabelladas. El debate del 10 de junio puede ser, en este sentido, también el campanzo. Deberá pasar de la "información" al "mensaje" de tranquilidad.


Concluyo con la reproducción de una pregunta hilarante: "¿Y si a esto se referían los mayas?".









miércoles, mayo 30, 2012

Todos contra todos


  1. Hay una diferencia fundamental entre afirmar que el voto propio será nulo y promover el voto nulo como estrategia ciudadana frente el proceso electoral. Hasta donde entiendo Sicilia ha dicho lo primero, no lo segundo. Bien sabe que su “movimiento” no da para articular una actitud de semejante envergadura. Ni siquiera lo pudieron hacer en 2009 los “intelectuales” actualmente ensalzados.
  2. Los vínculos de Sicilia no son tan tenebrosos como los ofendidos “amloves” suponen. De hecho, son muy transparentes y católico-cristianos además. Sicilia es mucho más cercano a Calderón que a Salinas. Pero eso, los hoy muy agraviados “amloves” se lo perdonaron hasta que sonó la campana electoral al son de un 132.
  3. No cabe duda que el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad ha tenido el talento de articular movimientos dispersos y plantear críticas severas a los gobiernos de todos los niveles y de todos los partidos. Al menos en lo que se refiere a las víctimas. Lo que en algún momento fue "pivote", por los desatinos del gobierno actual, se convirtió en un lastre crítico difícil de soslayar.
  4. En tiempos electorales, lo “tolerable” y bien visto en algún momento hoy desata persecuciones, descalificaciones y adjetivaciones terribles. Tanto más lamentables cuanto vienen de sectores que dicen querer un “cambio verdadero”.
  5. Y es que las críticas que se le hacen a Sicilia parten de una “memoria selectiva”. Si el hijo de Salinas basta para desacreditarlo, es en extremo difícil explicar cómo es que la  cercanía de Bartlett, Romo o Camacho no desacredita a cierto candidato.
  6. La congruencia del político en elección no es ni puede ser la misma que la de un movimiento social. Confundir una cosa con la otra es uno de los errores más comunes que cometen los que siendo fieles militantes de un político en elección, se meten a los movimientos sociales con la intención de acrecentar el voto en favor de su candidato.
  7. En general, dentro de un movimiento social maduro, estos fieles militantes se vuelven apestados. Su aislamiento es previsible. El movimiento encuentra las maneras de articularse a partir de su propia lógica y congruencia, que resulta muy distinta a la de aquellos.
  8. El 132 tendrá que hallar su propia lógica y salir al paso del nudo gordiano en el que la contienda electoral le quiere meter. Al parecer la demanda de la democratización de los medios de comunicación es la bandera que piensan utilizar para saltar por encima de aquel nudo. Sin embargo, democratizar los medios significa, sobre todo, hacer un reclamo y plantear una exigencia a las instancias legales que permiten y promueven el monopolio de estos medios. De nada sirve intentar una democratización de los medios “desde adentro” de ellos mismos. Como ya se vio, los propietarios de estos medios no tienen problema con eso “si no hay fútbol”. Y lo que es más curioso es que ellos mismos dicen que son democráticos al “ofrecer” distintos modos de entretenimiento.
  9. Desde esta lógica, el 132 se dará de bruces con una realidad atroz: todos los partidos tienen entre sus candidatos miembros vinculados a los intereses de estos monopolios. ¿Qué hacer frente a eso? Me parece, repito, que es necesaria una agenda radical frente a la cual los candidatos se vean obligados a tomar una postura y plantear un compromiso con mecanismos verificables de su cumplimiento. Lo cual, si se traduce en algún voto del movimiento en favor de tal o cual candidato, significaría un apoyo condicionado.
  10. Para el 132 la opción hoy, dicho de manera un tanto simple, es doblegar a los partidos, a sus candidatos, a las instancias legales, al gobierno actual. De lo contrario corre el riesgo de ser doblegado por los que se mueven dentro de la militancia de un político en elección. Si logra no doblegarse corre por supuesto otro riesgo: acabar igual de denostado que el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad por fanáticos de todo tipo, pero tendrá a su favor la posibilidad de su tan ansiada reforma.

lunes, mayo 28, 2012

¿Qué cambiar?


Por un momento, déjese de lado el entusiasmo. En este país existen varios movimientos con reclamos en extremo justos: el Ni una más, el No más sangre, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, y el floreciente #Yosoy132. Esto por mencionar tan sólo algunos que, si se hace memoria, pueden sumarse a otros tantos como el del EZLN, los rechazados, los ecologistas, etcétera. Vistos desde el mero entusiasmo, todos ellos parecen significar una insurgencia políico-social que promete nuevos horizontes para el país. Sin embargo, vistos con detenimiento, estos movimientos no son lo mismo ni persiguen los mismos objetivos. No me refiero, por supuesto, a la evidente diferencia de sus consignas o proclamas, sino a algo más trascendente: mientras el EZLN sintetizó en 10 puntos un reclamo que no sólo compete a las comunidades indígenas, los otros sí se centran en demandas o problemáticas concretas: las muertas de Juárez, las víctimas de la llamada guerra contra el narcotráfico, la devastación de la naturaleza, y ahora la democratizaición de los medios de comunicación.


En su mayoría se trata de movimientos de orden democrático-reformista con fuertes dosis de moral cristiana. Unos tienen como fundamento la injusticia y la muerte; otros, un conjunto de valores que reclaman como genuinos y suficientes para hacer que el sistema capitalista funcione "correctamente". Se trata de movimientos que, al parecer, dentro del idílico funcionamiento de un capitalismo democrático desaparecerían porque sus demandas estarían satisfechas: justicia para muertos y víctimas, información para el "empoderamiento del ciudadano", corresponsabiidad con la naturaleza, etcétera.


El problema reside en que el capitalismo no puede otorgar eso que desde el reformismo se busca. Sé bien que se citan cualquier cantidad de ejemplos para demostrar que en países donde la justicia se aplica "sin distingos" los ciudadanos florecen como árboles frutales. También sé de aquellos ejemplos que resaltan la "competencia" como necesaria para el "empoderamiento del cuiudadano" a través de la información, etcétera. Pero eso, bien lo saben quienes lo enarbolan, es mera referencia a lo que "debiera ser" pero que no es. Para comprender bien lo que el capitalismo implica hay que mirar las zonas marginales: esas que no tienen internet, que carecen de servicios, que padecen hambre y enfermedades. Esas zonas en las que las poblaciones viven en el desamparo absoluto y que no merecen otra cosa que misiones, comisiones, golpes de pecho, encendidos discursos y a veces una que otra política pública o un concierto. Zonas de devastación natural y humana en las que no hay hashtag. Habrá quien piense que hablo de África, pero las zonas marginales se encuentran lo mismo en Estados Unidos que en cualquier otro país del mundo. Esas zonas son el verdadero rostro de capitalismo, no son su fracaso; son su oxígeno: necesarias para su funcionamiento adecuado. Eso no tiene salvación dentro del capitalismo, a menos que ofrezca la posiblidad de un negocio y unas ganancias tan redituables como las que de hecho ahora da.


No cabe duda que hay una nobleza infinita en los que participan en los movimientos sociales mexicanos. Preguntarle a un candidato, por ejemplo, si en verdad se va a comprometer con el dolor que siente una madre que ha perdido a una hija es, con lágrimas, otorgar el beneficio de la duda a quien no puede hacer otra cosa que ofrecer discursos y promesas. ¿Cuáles son los mecanismos que se pueden construir para que ese compromiso se honre, con las consecuencias que implican su cumplimiento o no? Exigirle a un par de empresas que se democraticen es en verdad actuar de buena fe. A mí esto es lo que más me conmueve de todos estos movimientos. Su infinta nobleza que, dadas las circunstancias, se enarbola como nueva revolución.


Que esta nobleza infinita puede gestar y precipitar cambios en nuestro país es algo que no admite discusión alguna. Esto es cierto y seguro sucederá. No obstante, estos cambios pueden circunscribirse al "adecuado" funcionamiento del caos y la barbarie (que esto no se viva como tal, que haya toda una legislación a la cual acogerse cuando algo no funcione como "debiera", etcétera), o en verdad bregar porque ni siquiera en el horizonte aparezca el caos y la barbarie. En otras palabras: puede lucharse por un cambio de régimen o por un cambio de sistema.


A mi parecer dentro del "movimiento" #yosoy132 ya está apareciendo esta disyuntiva. Un sector de los jóvenes dirige sus baterías a un cambio de régimen en donde los medios de comunicación, sin dejar de ser empresas, ofrezcan información veraz que haga contrapeso a su propia naturaleza de "cuarto poder". Otro sector comienza a recordar que este país vive en medio de un cúmulo de agravios y que la democratización de los medios no es ni siquiera la parte fundamental para darle solución a esta problemática. ¿Qué es lo que hay que cambiar? ¿El régimen o el sistema?


La disyuntiva, que a fin de cuentas no admite negociación entre uno y otro término, se posterga porque el "movimiento" #yosoy132 nace atado a una coyuntura electoral. Es la elección presidencial la que está dictando el "timing" político y establece sus contornos. Unos se declaran "apartidistas pero no apolíticos"; otros al afirmarse en el antipeñismo abren la posibilidad de un voto masivo en favor de cualquier otro candidato. Lo uno y lo otro andan más por el cambio de régimen que por el cambio de sistema. Ambos se mueven frente a la "urgencia" electoral.


Como los movilizados se dan cuenta de esto, se proponen promover el voto razonado como objetivo central. A su parecer es lo único que mantendrá unido el "movimiento". Lo cierto es que la circuntancia a la que nació atada este "movimiento" hará pedazos este precario compromiso de unidad. Razonar el voto, como proponen, supone al menos dos cosas: tener la información pertinente para votar por cualquier otro candidato que no sea Peña Nieto, o por el contrario, organizar un voto nulo masivo. La primera opción dará rienda suelta el voto comprometido y al voto útil en favor del PAN y del PRD. La segunda, la menos probable, provocaría un serio revés tanto al régimen como a los partidos políticos actualmente contendientes, porque daría cuenta de la nula credibilidad que tienen frente al sector electoral mayoritario.


Sea cual fuere el camino a tomar por el "movimiento", lo cierto es que hasta ahora parece no movilizarse más allá de la idea de un cambio de régimen. Sobre el particular vale la pena hacer una adevertencia, no tanto para los jóvenes movilizados, sino para el candidato que resulte beneficiado por el voto masivo de aquellos. Estos "jóvenes" no llegarán a la elección desgastados. Todo lo que se les diga y prometa, lo tendrán presente. No lo olvidarán. Si quien resulte ganador de la elección no cumple con las expectativas reformistas de estos jóvenes movilizados, no habrá ya oportunidad para la credulidad, la nobleza infinita, el beneficio de la duda. Aunque #yosoy132 no está por un cambio de sistema, defraudarlos los arrojará a un descontento que, sumado al de otras generaciones anteriores, quizá nos coloque ante la posibilidad real de un cambio de sistema.

miércoles, mayo 23, 2012

Juventud y expectativas


Una de las características más evidentes de todo movimiento social es mirarse de manera entusiasta y exagerada. No podría ser de otro modo. Los que participan en él sienten y viven una transformación cualitativa de sí mismos y del mundo que habitan. Sucede ahora mismo con los jóvenes: desde las muy vehementes advertencias de la posibilidad de una revolución si hay imposición hasta la “primavera” mexicana cuya inspiración es lo que pasó en países como Egipto. Diversos analistas, infectados con este virus, hablan de “un despertar”, y abundan los que le comparan con el 68. Me parece que hay motivo para tales obnubilaciones: el país, aletargado hasta la médula, se sacude bajo el impulso jovial y desenfadado de estos ciudadanos por derecho propio. Comparto la alegría y la expectación.
Sin embargo, al son de las veloces consignas que estos jóvenes construyen, cabe la duda. ¿Cuál es la eficacia de una postura moral frente al sistema capitalista como tal? Me parece que desde hace años la crítica política anda por este camino, en gran medida inaugurado por el zapatismo. No obstante, a diferencia del EZLN, cuyos argumentos morales tenían un claro fundamento político y en su caso militar,   las “moralidades” de hoy carecen de semejante sustento, y lo que es peor, prescinden deliberadamente de tal sustento. Cuando se escucha, por ejemplo, a los coordinadores de las respectivas campañas presidenciales de los tres partidos políticos más importantes, es evidente el uso correcto de las palabras, la precisión del discurso, la puntualidad de las exigencias en torno a la honestidad, la trasparencia, la información, el compromiso, etcétera, pero sin conexión alguna con la realidad que dicen querer cambiar o que dicen ver. Lo mismo pienso sucede con la exigencia de “veracidad” informativa de las cadenas televisoras mexicanas hechas por los jóvenes. ¿La veracidad es compatible con el negocio? Porque seamos claros: para estas televisoras de lo que se trata es de acumular capital, y de ninguna otra cosa. Para ellos, la información es una mercancía más. De tal manera que llevada a su extremo, la exigencia de veracidad tendría que ir vinculada a una postura política: la anulación de los contratos actualmente vigentes que otorgan a particulares bienes de la nación. Los bienes de la nación deben generar bienes públicos no privados. Sólo allí puede existir algún atisbo de veracidad.
Pienso en otras de las consignas en torno a la que se aglutina esta emergencia juvenil: no a la imposición. Por un lado, me parece extraordinario cómo en un país de manipulación masiva a través de los medios, esta idea, que se ha estudiado y demostrado en medios marginales, tenga tanta presencia entre estos jóvenes. Habría que estudiar y repensar la “manipulación” como tal. Pero por otro, lo cierto es que si de la ecuación se quitan nombres, es decir, se quita EPN y Televisa, lo que se tiene es político-empresa, o en otras palabras, política y lógica capitalista. Desde esta perspectiva, mucho más profunda y menos coyuntural, la “imposición” no es de un solo candidato ni de una sola empresa. Bastaría revisar los vínculos de la mayoría de las candidaturas a los diversos puestos de elección popular para darse cuenta de esta grave y ominosa vigencia.
Los ejemplos pueden multiplicarse con el fin de señalar algo que es fundamental. Lo que están llamando de manera muy entusiasta “primavera” tiene en efecto la posibilidad de transformar la realidad nacional, pero a condición de que pase de la indignación y la efervescencia a la ofensiva. No puede ocultarse ni olvidarse un hecho singular: el proceso electoral, particularmente el que tiene que ver con el poder ejecutivo, se está centrando mediática y socialmente en la oposición a un candidato, con el consabido riesgo de olvidar la realidad nacional llena de muertos, corrupción, desdén, represión. Y eso no es el resultado de la gestión del PRI exclusivamente. Es poco alentador que ahora sea cuando Calderón pueda respirar mejor y más tranquilo; tan es así que se siente con la fuerza suficiente de, en plena veda electoral, plantear “retos” a los candidatos a la presidencia de la República. Me parece que la profundidad y vigencia de la emergencia juvenil sólo se alcanzará si estos jóvenes son capaces no sólo de oponerse a un candidato sino de plantear una agenda radical a todos los candidatos a cualquier puesto electoral. Si lo logran en poco menos de un mes, entones, y sólo entonces, creo se podrá hablar de algo remotamente parecido a una “primavera”, y quizá entonces también puedan influir en el resultado de las elecciones de este 1 de julio de 2012. Y también quizá entonces pueda hacerse alguna comparación con lo sucedido en el 68, cuando 6 puntos de un pliego petitorio pusieron en jaque a un régimen porque dinamitaba el núcleo de su estabilidad.

martes, mayo 22, 2012

Sobre mi "rezago". Respuesta.


Estimada: agradezco tu mail y doy por recibida tu “gran preocupación” porque “yo y otros como yo” estamos “quedándonos rezagados en la historia”. Debo insistir en que no formo parte de ningún grupo o asociación. Por tanto sólo puedo hablar por mí. Ignoro a quiénes te refieres con los “otros como yo”. Sean quienes fueren, que ellos respondan por sus actos, como yo por los míos.

Creo que en tu apreciación hay gran confusión. La gente, aunque sea solamente entusiasta, tiene todo mi respeto y mi apoyo. Eso no quiere decir que automáticamente apoye a tal o cual candidato. Si se es sincero con aquello de “abajo y a la izquierda” se comprende que lo de “arriba”, aunque esté a la izquierda, o se diga estarlo, es por definición algo distante y diferente. Por estar arriba tiene más similitud y hasta hermandad con lo de arriba que con lo de abajo. Esto es lo que afirmaron los zapatistas y merecieron la exclusión.

No cabe duda que hay momentos en la historia que lo de abajo irrumpe en lo de arriba y lo trastoca todo. Se trata de revoluciones, no de primaveras. Pero eso sucede cada vez con menos frecuencia. Lo que actualmente hay son correas de transmisión corporativas entre lo de arriba y lo de abajo. Eso, si acaso, aspira a reformas, a primaveras pues. Por supuesto que dadas las actuales circunstancias, hasta las reformas se perciben como lo mejor, lo más deseable. Sin embargo, las reformas tan sólo son eso: no cambian nada pero ofrecen modos que vuelven más tolerable lo que de otra forma sería imposible de tolerar.

Reconozco que este “espíritu reformista” se vive de distinta manera entre la gente en general y los grupos políticos en particular. Para los primeros se vive como victoria, para los segundos como certeza de respaldo electoral. En lo personal, mis simpatías y apoyos están con los primeros, no necesariamente con los segundos. Me verás allí donde prevalezca la gente sobre los políticos. No al revés.

Pero como se trata de “espíritu reformista” me parece indispensable no renunciar al espíritu crítico, y sobre todo no confundir la experiencia de abajo con la de arriba. De lo contrario, la posibilidad de un mundo mejor se agota en “grados de tolerancia” hacia lo mismo por imposibilidad de en verdad cambiarlo.

La crítica, en mi opinión, ha de ser contundente cuando se trata de derechas o “centro derechas”. Pero no puede serlo menos para la autodenominada izquierda desde arriba. Contra ella, además, la crítica ha de ser vigilante. No puede darle descanso ni permitirle el más mínimo error o abuso. De lo contrario, se incurre en traición por acomodo; traición a la utopía, acomodo en la visión reformista de la realidad.

Espero que estas líneas respondan a tu inquietud y sean útiles para aminorar tu preocupación por “mi rezago”, que insisto agradezco.

martes, mayo 15, 2012

A los que siempre llevo


Alguien ya fallecido me enseñó que asistir a clases no lo hace a uno “alumno” del “maestro”. En su momento su decir me pareció enigmático. Luego, tiempo después, tuve el privilegio de ver a quien había dicho esto siendo anfitrión de un profesor alemán al que él llamaba “maestro”. Éste, tan solemne como lo permitía su vejez y su saber, le profesaba un discreto tratamiento de cercanía que, me quedaba claro, a ninguno de los allí presentes nos sería dado. Andando el tiempo, al morir aquella persona, se esclareció lo escuchado tantos años ha. Supe en ese momento que sin pretenderlo había sido mi maestro y que tuve una cercanía particular con él pese a que nunca asistí a sus clases. Después de todo a él le parecía suficiente que tuviéramos un seminario quincenal en el marco de un proyecto de investigación y que compartiéramos comidas y bebidas. Pero allí estaba el discreto tratamiento de cercanía para conmigo. En retrospectiva comprendí que en esos momentos nos compartió lo esencial: la duda, la construcción del argumento, el hallazgo de la idea. Esa es la imagen que tengo del maestro; no el de las verdades, sino el de las aproximaciones, el de las hipótesis, el de las preguntas, el de quien sabe que todo se construye de manera conjunta y libertaria. Hubo de morir ese maestro para que me enterara del privilegio que tengo. Todos los que considero maestros me han obsequiado su amistad sin que eso signifique complicidad alguna. Con ellos he compartido largas horas –nunca las suficientes por supuesto– de conversación, de risas, de extrañamientos. Nunca he pretendido su aprobación y ellos muy probablemente nunca han aceptado la idea de que soy “su alumno” (creo que todos han coincidido en decirme: “tú ya estabas formadito”). No comparten mi rebeldía ni mi perspectiva, pero eso sí, pese a todo, tienen la disposición de compartir parte de su tiempo conmigo. Sus palabras están allí cuando me aproximo con las más diversas dudas o comentarios. Siempre con ese discreto tratamiento de cercanía que alguna vez vi entre quienes ya entonces me producían enorme admiración. A ellos siempre los pienso: Carmen de Luna Moreno, Norma de los Ríos Méndez, María Alba Pastor Llaneza, Raquel Serur Smeke, Alfredo López Austin, Ricardo Pérez Montfort, Román Piña Chán, Bolívar Echeverría. Siempre.

sábado, mayo 12, 2012

La ciudad a cachitos

—¿Qué pasión lo acongoja mi vizcaíno? —dice el recién llegado a mi interlocutor. Yo intento contener la carcajada.

—Tssssss, mi estimado centauro, le tengo a usted una consulta que sólo un dios con su nítida mirada puede resolver —responde mi interlocutor al recién llegado, que es tuerto.

—Desembuche mi vizcaíno —dice entusiasmado el centauro—, no vaya ser que con la duda se me vaya a quedar pa'siempre con esa mirada de bizco.

—Psssss, aquí el brody —dice el vizcaíno señalándome—, que quiere saber cuál es el camino más corto al metro Anaya...

—Utssss esa pregunta sí está de oráculo —afirma el centauro, viendo a derecha e izquierda—. Pero pos según mi mirar es pa’llá —termina afirmando exultante el centauro.

Les agradecí la información haciendo un esfuerzo supremo para no doblarme de la risa. Se dieron cuenta. Ambos se abrazaron y me dijeron: “No sea cábula, que aquí en el barrio somos leyenda”. Hice la mejor caravana que pude, y me fui riéndome bastante.

jueves, mayo 10, 2012

Eso de tener muchas madres

Mi vida está llena de ustedes. Por mero azar y por elección. Cuando hago el recuento encuentro que he sido adoptado tantas veces que no me alcanzarían todas las intenciones para felicitarlas en este o cualquier otro día.


Andar por la vida protegido y acosado por sus palabras, sonrisas y preocupaciones es toda una experiencia. Siempre supe que uno no se asoma al mundo a solas. Pero hoy sé que a cada paso me siguen desesperadas porque a su parecar no hallo lugar en el mundo. Quisiera que supieran que ese es precisamente el camino elegido. Agradezco sus rezos. Sé bien que en este no hallar lugar en el mundo poco de agradable habría si no fuera por esos susurros que a la distancia repiten una y otra vez.

De vez en vez me detengo en este andar extraño. Cansancio y fascinación se mezclan. Por muy extraño que parezca a veces logro poner todo en orden y en silencio. Entonces cada uno de sus rostros pasan ante mí. Incluso puedo reproducir el tono de cada una de sus voces, lo cual no deja de desconcertarme. Las miro detenidamente como mujeres. Las quiero infinitamente. Sin pretenderlo han sido las interlocutoras privilegiadas de mis pasos, de mis pensamientos, de mis dolores.

Rumiando la vida, los camellos viven en el desierto. No me he cansado de comparar la realidad real con el desierto. Al igual que los camellos, rumio sus nombres. Porque hasta la fecha no encuentro algo más divino que ustedes. Lo digo sin ánimo de loa fácil. Lo son porque son dadoras de vida y también de muerte. Para ustedes, como dioses, no hay parcialidad posible.¿Cómo podrían? Aman o no aman, quieren o no quieren, se ocupan o no se ocupan. Pero yo, queridas, soy parcial, insidiosamente parcial. Me he negado a gestar vida, me niego a aceptar que solamente ese es el camino de la vida. Me prodigo en muchos sentidos y en cada uno de los que se cruzan por mi camino dejo algo de mí: una mirada, una sonrisa, una palabra, un aroma, una caricia, un abrazo, una despedida, un escrito. Mas no pierdo de vista que yo tan sólo soy residuos de mí, mientras ustedes son siempre totalidades. Quizá por eso entre bromas y veras hablo de equilibrios cósmicos. Ustedes son mi equilibrio. Dudo que yo sea el suyo.

En todos los horizontes que se me presentan las llevo muy a mi pesar. Sé bien que algunos les disgustan o aterran. Sé que se preguntan cómo es que puedo ir hacia o siquiera ver esos horizontes. El otro día mi madre me preguntó si no me daba miedo la soledad, si siempre iba a estar solo. Para responderle, a mi vez le hice una pregunta: ¿qué es estar solo, madre? Ella solamente me miró con una de esas miradas largas de la vejez. No dijo nada. Quizá no tenía respuesta o prefirió guardársela. En esa mirada supe que no gusta de todo lo que yo miro, pero aun hasta hoy tiene el encanto de tomarme de la mano, acariciar mi cabello y darme un beso. Justo como lo hacen todas las madres que por una decisión inexplicable me adoptan. Digamos que a mí, en particular, no se me puede acusar de tener poco madre: porque tengo muchas, y todas, al parecer, caminan a mi lado tomándome de la mano, acariciando mi cabello y dándome un beso. Privilegios de los que gozo, merecidos o no, lo mismo da.

Tiro de gracia

El proceso electoral que culminará en Julio de 2012 provoca mucho ruido y demasiadas confrontaciones. Todo ello dificulta el análisis de lo que está pasando. La ansiedad de insertarse en la corriente de la superficie es de tal magnitud que la mirada penetrante queda extraviada o ignorada. El único acto de ciudadanía válido sería precisamente el ejercer y contribuir a ejercer este tipo de mirada.

Por vivir en la ciudad de México, me interesan las elecciones presidenciales y de Jefe de Gobierno del Distrito Federal. En ambos procesos ya hubo un debate; en el primero, organizado por Instituto Federal Electoral; en el segundo, por el periódico Reforma. Al analizar cuidadosamente ambos debates salta a la vista un hecho que creo se toca tangencialmente. Ambos procesos electorales, vistos como si fueran uno solo, pone de manifiesto el cambio cualitativo que estamos presenciando en favor de lo que suele llamarse “candidatos ciudadanos”, o por lo menos, candidatos cuya “lejanía” con respecto a los partidos políticos es notoria. ¿Tiene esto algún significado?

A primera vista, si se toma al conjunto de candidatos a presidente y jefe de gobierno, tenemos la presencia de seis políticos –Josefina Vázquez Mota, Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador, Beatriz Paredes, Miguel Ángel Mancera y Rosario Guerra– y dos “candidatos ciudadanos” –Isabel Miranda de Wallace y Gabriel Quadri–. Con todo y lo cierta que es esta apreciación, ofrece una falsa perspectiva de lo que está sucediendo.

En primer lugar, los supuestos “candidatos ciudadanos” no lo son en general. Se trata de empresarios que incursionan en el proceso electoral disfrazados de ciudadanos. Con esto no quiero decir que no sean ciudadanos, sino que lo son de una manera particular, como empresarios. En segundo lugar, Josefina Vázquez Mota, Enrique Peña Nieto y Miguel Ángel Mancera, formados todos ellos de una u otra forma en instituciones de educación superior de carácter privado, poseen un perfil aceptable para el mundo empresarial del que vienen Wallace y Quadri. Ciertamente, Mancera realizó parte de sus estudios en la UNAM y en la UAM, pero también allí donde estudió Peña Nieto: la Panamericana.

Por su parte, Andrés Manuel López Obrador, Beatriz Paredes y Rosario Guerra estudiaron en la UNAM. Los dos primeros tienen una larga carrera político-partidaria, y la última, aunque cuenta en su haber con puestos de elección popular, su perfil es más orden burocrático. Probablemente son a ellos tres a los que el empresariado ve con menor simpatía.

Hasta las elacciones de 1988, el empresariado mexicano había establecido alianzas o se había confrontado con el partido en el poder. En aquella elección, de la mano de Maquío, los empresarios quisieron ponerse en el lugar de los políticos bajo el lema de “Nosotros sí sabemos cómo hacerlo”. Pese a las apariencias, esta decisión funcionó correctamente. La inestable situación derivada de aquella elección les ofreció un panorama redituable: aliarse con el “cuestionado” presidente de entonces para hacerse de jugosos negocios. Actualmente, al parecer, ya no quieren “aliarse” con los políticos, sino sustituirlos por completo. Lo que hay en Vázquez Mota, Peña Nieto, Wallace y Quadri, es una identidad con lo empresarial. Sienten que forman parte de ese ámbito. Por tanto están dispuestos a dar todo por ese ámbito. Basta con verlos en sus formas de vestirse, expresarse, actuar. Y precisamente por esto, aunque sus propuestas difieran en algún sentido, Mancera puede incluirse dentro de esta línea. Su acicalamiento, su modo como mueve las manos, su reloj desproporcionado, etcétera, lo vuelven demasiado similar a los otros candidatos.

Pero el secreto de la elección actual está en el ensayo que realiza el empresariado. Ya se dijo que, tomando en conjunto la elección presidencial y la de Jefe de Gobierno, cinco candidatos cuentan con la simpatía del sector empresarial. De estos cinco, tres constituyen el núcleo del experimento empresarial. Me refiero a Quadri, Mancera y Wallace. De ellos tres se exalta, en todo momento, el hecho de que proceden de un ámbito distinto al de los políticos, cosa que no se puede afirmar con respecto a Vázquez Mota ni Peña Nieto. Mucho menos con respecto a López Obrador, Paredes Rangel o Guerra Díaz. Lo que el empresariado está evaluando en el desempeño de Quadri, Mancera y Wallace es la pertinencia de generar sus propios candidatos, como ya lo ha hecho entre diputados y senadores. Y el experimento parece indicarles que la decisión es favorable: Mancera seguramente ganará la elección para jefe de Gobierno del DF y Quadri ha mostrado cierta eficiencia al asegurar un porcentaje de los votos que garantizará la sobrevivencia electoral de Nueva Alianza. La candidata Wallace, pese a sus yerros, es la que más ha insistido en la pertinencia de que sean “los ciudadanos” los que tomen el poder político. Entiéndase que al afirmar esto ella piensa más en el ciudadano empresario que en el ciudadano común y corriente.

En el debate organizado por Reforma, Paredes Rangel lanzó a Mancera una pregunta venenosa: ¿está de acuerdo con la postura de López Obrador con respecto a los medios de comunicación masiva? Como pudo, Mancera respondió dejando claro que para él los medios de comunicación masiva son de lo más importante. Sin decirlo, y tal vez sin pretenderlo, puso sobre la palestra la idea de que López Obrador se equivoca o por lo menos exagera en su postura con respecto a Televisa. No es difícil imaginar la satisfactoria sonrisa del empresariado que para Obrador sólo tiene desdén e indiferencia, según se dijo al terminar su encuentro con los empresarios de los seguros. Para los empresarios, Mancera aparece reiteradamente como un candidato que no es político, sino “profesional y estudiado”, como Quadri.

No cabe duda que Vázquez Mota y Peña Nieto también forman parte de este experimento, pero son más su periferia que su núcleo. Sin embargo, sus antecedentes “como políticos” obligan a pensar en las alianzas antes que en la suplantación de candidatos. Como antaño los burgueses, que hubieron de hacer concesiones a los terratenientes, al parecer hoy los empresarios siguen dispuestos a hacer concesiones a “ciertos” políticos, esos que por su formación “pueden comprender” las necesidades de este sector.

Comparados, incluso desde la mera perspectiva de la imagen, Paredes Rangel y López Obrador contrastan con Vázquez Mota, Peña Nieto, Wallace, Mancera y Quadri. Son políticos. Una proviene del sector campesino, el otro de movimientos populares. Son “disfuncionales” para el empresariado. Sus bases de apoyo son, para los empresarios, irrelevantes por ser parte de eso que lo mismo Paredes que López llaman pueblo o clases populares. Por eso se enojan los empresarios de los seguros con López Obrador: lo que ellos quieren es sustituir al pueblo por consumidores, razón por la cual no ven por qué hacer concesión alguna a “este trasnochado” que anda pensando en el bien del “pueblo”. Y de Paredes le aceptan su folclor, pero ninguna otra cosa. De hecho, esta política ya duerme el sueño de los justos. De Guerra Díaz ni siquiera se toman la molestia en considerarla.

Así las cosas, si todo resulta como las encuestas dicen, Peña Nieto y Mancera serán respectivamente Presidente y Jefe de Gobierno. El empresariado estará de plácemes. Y tendrá seis años para evaluar el camino a seguir: las alianzas, estilo lo que sucede a nivel federal, o la sustitución, estilo lo que se experimenta en el Distrito Federal. Sea el camino que sea, se habrá anotado un punto a su favor: que el ciudadano que participe electoralmente para ocupar los puestos de decisión importantes sea “profesional y estudiado”, pero sobre todo, que pertenezca al ámbito empresarial. Ciudadanos empresarios en lugar de políticos de cualquier naturaleza o ralea.

Desde esta perspectiva, a lo que asistimos es al tiro de gracia del ciudadano, incluso en su versión en extremo disminuida del ciudadano propuesto por el mundo burgués. Nos hallamos ante una farsa enorme que utilizando conceptos de alguna relevancia (ciudadano, democracia) los vacía todo de contenido en favor de la acumulación de capital. Cuando el empresario Miguel Sacal golpeó a aquel botones del edificio en el que vive, no hizo sino presentar grotescamente lo que el empresariado en general pretende para el país: el ciudadano empresario que quiere prescindir del ciudadano común y corriente.

jueves, mayo 03, 2012

La dictadura en que vivimos

Mucho se dice sobre la actitud de Ricardo Salinas Pliego en torno al debate presidencial. Lo más insidioso es el uso de la palabra “libertad” para legitimar la decisión de pasar en TV Azteca un partido de fútbol en lugar del intercambio de ideas y opiniones de los candidatos presidenciales. Incluso hay quien opina que exigir cadena nacional para el debate presidencial “raya en el autoritarismo”.

Solamente hay algo más perverso que la decisión tomada por Salinas Pliego: los argumentos utilizados para discutir esa decisión. No, aquí no está en juego la libertad de decisión del “usuario” para ver o no el debate. Lo que está en juego es la imposición del interés privado sobre el interés público. Los “goles” de un equipo no afectan en nada la vida pública; únicamente favorecen a empresarios vinculados a ese deporte. Los argumentos de los candidatos afectan la opinión del electorado, lo cual, a su vez, incide directamente en la vida pública. Por ejemplo, público es el subir impuestos; privado es que el Morelia meta dos goles. Cuando en un régimen el interés privado se impone sobre el público, no sólo no existe la democracia, sino que el ciudadano, aun en su muy limitada versión de la democracia liberal, desaparece.

A Salinas Pliego y al IFE, incapaz de exigir cadena nacional para el debate presidencial, hay que agradecerles que quiten la venda de los ojos a quienes todavía se resisten a ver la dictadura en que vivimos.