sábado, diciembre 31, 2011

2012

Uvas llevadas a la boca con la mano izquierda (como todo lo importante y decisivo). Labios que sonriendo tengan el valor de decir, expulsando de sí el silencio cómplice o cómodo. Mirada que atenta al camino, lleno de abismos y falsas salidas, disfrute los muchos paisajes y parajes del andar. La pluma siempre en el bolsillo para garabatear algunas ideas, muchas alegrías y las imprescindibles tristezas. Un buen corazón que no se hipnotice con el ayer, que no perezca en la añoranza. Un corazón de sístole y diástole enérgico y rítmico, como el mar cuando no está embravecido. Y como el mar, que recorre el orbe, bañando distintas playas, obsequiando vida y espectáculos hermosos, un ser libre. Que puedas romper tus cadenas sin fabricarte otras. El alma ahíta al igual que la tripa, sin que ello signifique deshacerse de la bendita insatisfacción que humanos nos hace. Y tú aquí, en este mundo. Tal mi deseo para ti y para todos.

martes, diciembre 27, 2011

Las viejas estrategias

Leo al escritor: advierte sobre los gestos morales inútiles. Se equivoca. Suele suceder cuando se troca reflexión por propaganda. De más está decir la confusión en que incurre. Lo que llama gesto moral es otra cosa: un acto político que únicamente desde el pragmatismo electoral puede confundirse o suponerse diluido en el abstencionismo. A unos les importa esa vida electoral y a los otros no. Los primeros tienen razones, los segundos no. Unos se inconforman, los otros se resignan. Eso de echar en el mismo saco cosas y actitudes diferentes es una estrategia demasiado añeja para suponerla efectiva más allá del círculo afectivo e interesado de quien la sostiene. El voto siempre es un acto político. No puede no serlo. Sea por un candidato u otro o nulo. Es político. No moral.

Por lo demás el condicionamiento que propone es, ese sí, un buen deseo. Su argumento en favor de un partido y un par de candidatos no condiciona nada, da por sentado la existencia y concreción de un proyecto. Lo suyo es la propaganda. Lo cual está bien y es de celebrarse que las posturas políticas de quienes tienen cierto poder simbólico sean públicas. Pero no hay en su decir medida efectiva alguna que condicione el voto por lo que llama izquierda. Por la misma razón hay tendencias al voto nulo. Es la única condicionante que el sistema, los partidos y los candidatos dejan existir. Porque les conviene. Justo porque en ella opera mejor el argumento moral que el político.

Pero entre ciertos electores esta circunstancia es lo de menos. La izquierda, en el ámbito electoral, no existe. Hay personas, como el escritor que confiesa haber firmado un pacto con el diablo, que lo son. Hay un par de precandidatos al gobierno del DF que lo son. Hay militantes, pocos, que lo son. Pero firman pactos. Sobre todo los políticos se la pasan firmando pactos con tendencias menos loables y que son mucho más castrantes que el diablo: cierto priismo profundo o ciertas tendencias religiosas que hacen de la moral estandarte. Y allí precisamente surge la inconformidad. Entre otras cosas.

sábado, diciembre 24, 2011

Río

Desde hace días escucho de manera incesante el rumor de ese río sobre el que navego. Distingo voces, rostros, ideas cual corrientes violentas o lentas, profundas o cariñosamente superficiales, que no sólo marcan cauce sino compañía. El listado es largo. No me alcanzan las palabras ni la memoria. Sea como fuere, gracias a los que han formado ese río. Gracias por haberme obsequiado su existencia en mi vivir. De manera encarecida agradezco también a los que ya no están. Pronto nos veremos para ser ecos y paisajes de otros ríos.
Salud.

jueves, diciembre 22, 2011

Otra vez


En las noticias de hoy se habla del secuestro completo de una familia que a su vez constituía el total de un caserío en el estado de Guerrero. El motivo, según denuncia lo que entiendo es el patriarca de esa familia, es presionarlo a él para que dé información sobre los familiares y amigos de otros dos connotados ecologistas de guerrero, hoy ya secuestrados. El hecho provoca desconfianza entre las organizaciones ecologistas, sometidas a persecución y represión por parte de bandas delincuenciales, cuando no indiferencia por parte de los gobiernos locales y estatales. Para otros genera sorpresa e indignación: desconozco un caso similar en condiciones de “paz”. Por supuesto, en las guerras, abiertas o escondidas, sucias o “legales”, acontecimientos lamentables como éste son frecuentes. Pero sucede que, según el poder ejectivo, no estamos en guerra, aunque hace algunos años ese mismo poder se ufanó de declararle la guerra a los narcotraficantes. Este secuestro así como el tono de los noticieros, que pese a estar bajo un férreo control y censura, indican que efectivamente estamos en guerra (pienso en aquel llamado de 1 a 3 y que dedica una sección completa a “frentes de guerra”). Incluso las nuevas cuentas que se hacen sobre el número de muertos en este sexenio hablan de una cantidad ya peligrosamente cercana a la cantidad de muertos y desaparecidos que hubo en la Guerra Civil de El Salvador (1980-1992).
Pero ¿qué guerra es ésta? De poco sirve utilizar el argumento de los buenos y los malos. No tanto porque sea el recurso del actual gobierno en su desesperada búsqueda de legitimidad, sino sobre todo porque al imposibilitar el matiz se avala que se eche en un mismo saco todo tipo de muerte y todo tipo de represión. Además, obliga a una actitud moral imposible: juzgar a priori a cualquiera que muere de manera violenta. La que vemos, entonces, es una guerra entre intereses particulares que hacen caso omiso del interés general de la sociedad y de la ciudadanía. Me parece que el secuestro de estas 17 personas es un caso ejemplar que sirve, por desgracia, para develar la índole de esta guerra.
¿Por qué organizaciones delincuenciales se empeñan el perseguir y matar a líderes campesinos “ecologistas”? Ninguna lucha puede parecer menos digna de represión que aquella que se preocupa por su entorno natural. Pero tal preocupación es la última frontera que pone en evidencia todo lo que está en juego. Actualmente preservar el medio ambiente no es un asunto de moda; cada vez es más claro que de no hacerlo la humanidad corre el riesgo de morir y desaparecer de la faz de la tierra. No obstante, para el caso concreto de los campesinos e indígenas que luchan por defender su entorno natural se trata de algo más profundo: reivindicar una relación con la naturaleza que no pasa necesariamente por concebirla como un objeto de expolio infinito. Son muchos los estudios que ponen de relieve cómo las comunidades campesinas e indígenas de México establecen relaciones distinas con la naturaleza que les permiten y obligan a relacionarse con ella como “igual” y no como dueños o señores de ella. Es decir, no se trata únicamente de que ella sea la base de su “sustento”, sino que ella es su “hermana” o su “madre”. Ello contrasta con el proceder generalizado que se tiene para con la naturaleza: vista a menudo como objeto descifrable y explotable, puesto allí para ser domesticado y domeñado, se le expolia hasta lo imposible para reafirmar la superioridad del hombre. Poco importa que ella se agote o que de vez en vez, con su furia, traiga a colación la justa dimensión humana, una y otra vez volvemos sobre nuestro feroz dominio.
Puede decirse que este proceder es “natural” en nuestra época moderna y que aquel otro proceder es arcaico, propio de mundos todavía “encantados” y “supersticiosos”. En lo humano nada es natural. Todo es artificio. Lo uno y lo otro son modos de proceder del hombre con la naturaleza acorde con proyectos civilizatorios distintos, tan artificial el uno como el otro. Sin embargo, este modo atroz de ver y convivir con la naturaleza es el signo y sino del capitalismo. Sólo en este mundo civiliatorio existe este proceder. Habrá quien piense que esto es muy abstracto, y pese a ello, allí está el caso de los ecologistas para recordarnos lo concreto que es.
¿Qué es lo que buscan los delincuentes persiguiendo y asesinado a estos ecologistas? Primero, quieren acabar con toda resistencia de este tipo de relación con la naturaleza. Lo menos productivo, en términos capitalistas, es concederle a la naturaleza algún tipo de “sujetidad”. Extirpar de raíz toda relación de “igual “ con la naturaleza supone necesariamente exterminar a los protagonistas de esta relación: los campesinos e indígenas que la practican de manera cotidiana y que en su defensa de la naturaleza la proclaman reiteradamente. Segundo, los delincuentes no sólo talan bosques por sus maderas preciosas; en realidad, por la posición geográfica de la zona en conflicto dentro del estado de Guerrero, lo que buscan es hacerse de corredores de difícil acceso para el transporte de droga, pero sobre todo, zonas de cultivo que no sean tan sencillamente detectables. La producción de estupefacientes, organizada de manera netamente capitalista, no tiene interés en la ecología ni nada por el estilo: expandir los sembradíos de materia prima a costa de lo que sea es la consigna. Y tercero, lo que quieren es fuerza de trabajo mal pagada o esclava. El miedo en este terreno es fundamental. Como sucede con los migrantes a los que bajo amenaza de muerte obligan a transportar droga sin otro beneficio que su propio respirar, a los campesinos e indígenas les obligan a sembrar y transportar con el mismo pecunio: tan sólo respirar, no matar a la familia, no violar a los hijos. Obvia decir que esto incrementa las ganacias.
Hay que insistir que este secuestreo de 17 individuos, todos ellos familia, tiene el infortunio de mostrar lo que está sucediendo en esa última frontera que es la lucha ecologista. Como tal pone al descubierto el proceder del capitalismo “salvaje”. Su salvajismo no es, como pudiera pensarse, porque acontece al margen de la ley, sino porque muestra sin pudor el núcleo de todo proceder capitalista, incluso del legal y ensalzado por la civilización actual. Al salvajismo capitalista se lo encuentra en cualquier lado sin necesidad de ser tiltado como delincuente. Como lo escribió un usuario de twitter: “si entre los 30 y 50 no tienes casa propia y un auto de lujo eres un pinche fracasado”. ¿Cómo se logra eso? No necesarimante a partir del “dinero bien habido”, como reza la propaganda religiosa de hoy, sino con explotación. ¿Dónde está la “voluntad de fracaso” del que vive con sólo dos mil pesos al mes? ¿Es un asunto  personal? ¿De falta de entusiasmo, destreza? No. Es precisamente el resultado de aquel núcleo salvaje del capitalismo, tan a la ligereza exaltado por aquel twittero. En el ámbito de lo legal también existe esa fuerza de trabajo mal pagada y esclava. La diferencia estriba en la sanción pública, hoy exponencial gracias a los medios masivos de comunicación.
Frente a esta realidad los partidos políticos se revelan como lo que son: organizaciones que administran esa explotación. Por supuesto que es necesario matizar: el PRI y el PAN  son los artífices legales del expolio que se vive en nuestro territorio. Parte del PRD también lo es, junto con el resto de la “chiquillada”. Así mismo es cierto que dentro de cada partido hay tendencias inconformes con este proceder: la hay dentro del PRI, dentro del PAN, dentro del PRD, dentro de la “chiquillada”. Sin embargo, en ninguno de ellos parece tener la fuerza suficiente para, primero, promover un viraje del conjunto de su instituto político, y segundo, afrontar de manera decisiva lo que está sucediendo en el país. Aún así, no cabe duda que de todas estas tendencias la más visible y organizada es la que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Ha desbordado a su propio instituo político y convoca a organizaciones de la más diversa índole. Frente al desolador panorama nacional  electoral se presenta a sí misma como la alternativa nacional. Y sin duda lo es, siempre y cuando no se pierda de vista que este desolador panorama frente al cual se presenta como alternativa está acotado al tema electoral y que ello no quiere decir en modo alguno que tenga pensado cómo afrontar decisivamente lo que sucede en el país. Tiene la posibilidad, eso sí, de intentar contener, aunque lo más probable sea desacelerar, la debacle a la que nos arrastra el capitalismo. En este sentido, y únicamente en este estricto sentido, la aportación de la organización encabezada por Obrador es considerable. 
Pero si se quiere modificar, o como se dijo anteriormente, afrontar de manera decisiva lo que sucede en el país, el asunto electoral es insuficiente. De nuevo es necesaria una precisión: estar en contra del PRI y del PAN no quiere decir estar a favor de la organización de AMLO. Aunque connotados escritores vuelvan a traer a colación el impensable “voto útil” sólo que ahora para lo que ellos llaman, a saber por qué, “izquierda”, lo cierto es que se puede estar en contra del PRI y del PAN de muchas maneras. El voto no debe ser rehén de silogismos falaces. Y aun cuando se decida votar por AMLO lo que no debe olvidarse, cosa que sucede con frecuencia, es que el voto no es apoyo incondicional. Por desgracia, la mayoría de las huestes electorales se comportan como feligreses: viven de la negación de cualquier otra fe y atribuyen a la suya una verdad  inalcanzable para cualquiera que no sea parte de su comunidad y comparta la hostia del sacfrificado. Bien le hace a AMLO que se lo critique porque es la única manera de establecer un breve y estrecho vínculo entre la acotada realidad electoral y todo lo que se mueve por fuera de ella, que es mucho, demasiado incluso. Por lo demás, no le hace mal recordarle que el problema es más profundo y radical de lo que sus sugerencias sobre honestidad, amor y moderación suponen.
Alguien me pregunta qué debemos hacer. No tengo respuesta al respecto. O sí. Mi hacer es una respuesta. Y este hacer, entre otras muchas veredas, tiene dos que deseo señalar. La primera, es que todo actuar ha de tener su referente y como ágora a la sociedad, no a los partidos políticos ni a los candidatos. La segunda, que ya puestos  elegir entre un capitalismo de corte neoliberal y tecnócrata y un capitalismo de corte social, vale la pena dudar de la elección misma. Espero no tener que explcitar por qué.

Concluyo con lo que escribió un pensador que estuvo en la izquierda y que sigue estando (la frase me la recordó un amigo en un texto que escribió y que me gustó mucho): “Hoy en día, nadie debe empecinarse en aquello que ‘sabe hacer’. En la improvisación reside la fuerza. Todos los golpes decisivos habrán de asestarse con la mano izquierda”. Es Walter Benjamin. Y creo tiene razón. La sigue teniendo.

lunes, diciembre 19, 2011

Andar


Estoy cansado. De este andar. De lo que este andar me deja ver. El espectáculo natural del horizonte y el que tú me obsequias no alcanzan para jugar a la ceguera voluntaria. No son suficientes. Oasis al fin y al cabo. El desierto de lo real lo inunda todo. Aprendí rápido a vivir en el desierto. Creo que lo hago bien. Pero estoy cansado. Ayer en un cementerio, hoy en el limbo, mañana en otro lugar cualquiera. Este levantarse sobre cenizas. Esuchar los rezos de la resignación. Las campanas que cada vez seducen a más. Todo es como arena movediza que engulle a quien allí se para. ¿Dónde quedó aquello de dejarlo todo y largarse? No sé. Tan sólo tarareo lo que el trovador canta, cantó. No me resigno, no me consuelo, no puedo hacer como si no pasase nada. No hay consigna que alivie. Tan sólo estoy cansado. Pero como dijo el legendario comandante: ¿quién le ordenó descansar? Nadie. Para descanso el cementerio. Y allí todavía no llego a ser huésped. ¿Quién le ordenó descansar? Nadie. Tampoco queda lo poético del andar haciendo camino. Te miro y veo el horizonte. ¿Ir haciendo pequeños oasis? Quizá. Como ese que tú eres. Como ese que en ocasiones, esporádicas es cierto, yo mismo suelo ser. Respiro. Andar.

sábado, diciembre 17, 2011

No a la propaganda religiosa


Escucho a diputados y precandidatos hablar de la reforma que se hizo al artículo 24 de la Constitución. Creel hace la distinción entre la libertad de creencia y la libertad religiosa. Según él esta reforma garantiza plenamente lo segundo. Los demás arguyen que se trata de una adecuación necesaria por los acuerdos firmados por el gobierno mexicano sobre derechos humanos. Sólo hay un detalle: esta reforma que avala la “libertad religiosa” abre la posibilidad de que las iglesias puedan tener canales de televisión y estaciones de radio, promover rituales fuera de sus templos, y en esa medida, acrecentar su poder terrenal. En el contexto actual, en el que cada quien lucha por quedarse con una parte del país, dicha reforma se encamina a reforzar los monopolios y la manipulación. Se trata de una reforma desde “arriba”, con claros signos electorales, hecha por el PRI, el PAN y parte del PRD. Esta “religiosidad” desde arriba poco o nada tiene que ver con la religiosidad desde abajo. La primera se trata de un poder terrenal, la otra, quizá, de fe y de la necesaria reactualización de los mitos que hacen vivible este mundo. Decir que este asunto de poder terrenal tiene relación directa con los derechos humanos es un argumento por lo menos parcial, por no decir que falso. Se han abierto las puertas a la exclusión y la persecución.
A partir de hoy firmaré con la rubirca: “Y además no creo en Dios ni en ninguna virgen ni en ningún santo. Mi credo es lo humano. No a la propaganda religiosa”.

lunes, diciembre 12, 2011

Escupitajos de rabia


El día de hoy, en su acostumbrada mesa de opinión en el programa de radio de Aristegui, Meyer, Aguayo y Dresser concluyeron que Felipe Calderón “confunde” las críticas que se le hacen como funcionario público con cuestionamientos de carácter personal. Su afirmación tuvo como fundamento lo que respondió Calderón a López Dóriga sobre las denuncias penales que se hicieron en su contra en la Corte Penal Internacional de la Haya. Allí el hoy presidente afirmó no tener nada mejor que heredar a sus hijos que su buen nombre y su reputación. Por eso, dijo, decidió analizar los procedimientos penales en contra de los 23 mil que firmaron aquellas denuncias. Pese a que los analistas cuentan con mi simpatía, me parece que se equivocan. Cada vez que los escucho me pregunto por qué y qué tan acertada puede ser una crítica que se hace desde el “deber ser”. A menudo sus análisis parten del supuesto, en ocasiones explícito, la mayoría de las veces implícito, de cómo debieran ser las cosas. Dadas las condiciones actuales cabe preguntar si la crítica así planteada tiene alguna utilidad allende el acto inconforme y hasta cierto punto contestatario. Me parece que no. Si queremos salir de este espasmo de inconformidad contestataria la crítica ha de dirigirse hacia cómo son las cosas no en aras de un deber ser que se inspira en el ayer (el Estado, la Constitución, etcétera) sino para inventar los caminos a seguir a partir del horizonte que actualmente percibimos con toda nitidez y que, esto es importante, no se parece a nada de lo visto anteriormente.
Lo primero que me parece relevante señalar es que Felipe Calderón no se “confunde”. En él no hay “inocencia” ni “ignorancia” remediable, como sucede con quien efectivamente se “confunde”. Por el contrario, hay una clara conciencia de lo que se dice y se hace, y en ese sentido, todo en él es deliberado. Que su actuar como presidente tenga como fundamento su parecer personal y que esté más preocupado por su reputación que por los resultados de su actuar o que le parezca arbitrario que “un grupito” se la pase “insultándolo”, o peor aún, que no encuentre racionalidad alguna en quien le pide rectifique el camino o le señale acremente su falta de visión y le acuse de adolecer de miopía estatal, indica claramente que para él no existe Estado alguno. Desde su perspectiva sólo hay instancias gubernamentales desde las que ha de ejercerse el poder buscando el beneficio de quienes le llevaron a esas instancias y han hecho todo por mantenerlo allí. Calderón es conciente de la inexistencia del Estado y procede como tal.
Por eso se equivocan los que creen que él no asume lo del “Estado fallido”. Lo asume y lo usufructúa como tal. Porque después de cinco años y fracción viene a reconocer todo lo que había negado: que el ejército y la marina cometen abusos severos a los derechos humanos; que la delincuencia organizada, en su particular acepción del narcotráfico, domina extensos territorios del país a tal extremo de afectar severamente los procesos electorales locales y quizá nacionales; que se carece de la capacidad jurídica y armada para defender a los defensores de derechos humanos, etcétera. Y por si esto fuera poco, de manera indirecta, vía los debates preelectorales de su partido, sus “aliados” reconocen que los pobres crecieron, que el país está muy mal, y que incluso, de ser necesario, habrá que anular las elecciones federales del próximo año, para dejarnos en manos del ejército y la marina. En otras palabras: su gestión es un fracaso, como corresponde a un Estado inexistente. Por lo demás, muy a su pesar, se va sabiendo cuán poco ejercicio de la soberanía tiene este país, que cual herramienta de balompié gira al son del tráfico de armas, lavado de dinero, expolio de la naturaleza, y explotación de seres humanos (tráfico, secuestro, asesinato, etcétera). Tan fallido está el mentado Estado.
Desde esta perspectiva, sus reclamos y enojos son los de quien sabe que tiene que pelear por una pequeña parcela para mantener los beneficios personales y aledaños. Porque visto desde otra perspectiva, muchas fuerzas están luchando por quedarse con sus propios pedazos: los magnates de los medios masivos de comunicación, los explotadores de riquezas naturales, los grandes empresarios (insisto, los legales y los ilegales, los que ejercen monopolios, como la Bimbo, y los narcotraficantes que buscan ese mismo monopolio en un mercado distinto), los traficantes (de todo: humanos, naturaleza, órganos). Calderón no entiende, no puede entender, por qué se le critica por hacer este esfuerzo heroíco de salvaguardar un pedacito de todo lo que se está repartiendo de manera acelerada. Y en esta tarea, el Estado y ese tipo de cosas son no sólo poco eficientes sino un verdadero lastre.
De aquí que atribuirle “confusiones” a Calderón es, me parece, poco atinado. Es tan poco avezado como atribuir a Peña Nieto una “ignorancia” personal y culpable. Quien no quiera ver en el abanderado del PRI el resultado más acabado de la educación nacional, tanto pública como privada, está totalmente ciego. No se trata de eximir al priista; es un ignorante y hasta poco inteligente. Pero eso no puede utilizarse para curarse en salud. Piénsese que si él es el producto más acabado cómo está el resto de la población. ¿Cómo será aquel que ni siquiera tuvo el lujo de esa patética educación nacional? Ha de quedar claro que el problema no está solamente en darle educación a todos sino en el contenido de esa educación: los testimonios que se pueden recabar indican que en el proceso educativo nacional leer no es necesario y pensar no es indispensable. Se puede ir “tirando” de año en año haciendo mil argucias, aprovechando la desidia de los profesores, y asumiendo como bandera la “dignidad” del que no puede ser reprobado, reconvenido, obligado a hacer algo tan terrible como leer unas cuantas páginas al día y explicar lo que se entendió en ese acto. La educación nacional hoy se reduce a pasar lista, tomar distancia, y aprender una serie de competencias tan necesarias como prender una computadora, usar un software específico, y vivir en la virtualidad de lo virtual. En suma, Peña Nieto es el resultado de lo que sucede en nuestro país. No “representa” nada. Es su hijo.
Lo mismo puede decirse de Felipe Calderón y su “personalísimo” proceder en un puesto público. No es alguien confundido. Si acaso vive desesperado porque siente que no puede mantener para sí ese pequeño botín que se le ofreció a la par que no ve cómo procurar a quienes le llevaron hasta la silla presidencial. Seguramente no quiere padecer lo que le dijeron sucedería si no cumplía con sus promesas. 
Todo, absolutamente todo, muestra que en este territorio el Estado es fallido, y en esa medida, inexistente. El día de hoy mataron a dos estudiantes en Guerrero. Nada pasará. El Estado no sirve para nada. Y cuando inesperadamente ofrece signos vitales, es para perseguir, acosar, amenazar, amordazar, tergiversar, mentir y realizar festejos cívicos y religiosos. Suponer que un Estado en forma funcionará, que la Constitución, con todo y la honestidad, funcionará, es apostarle a lo que de suyo ya demostró su ineficacia e inutilidad. Lo que necesitamos hoy no existe. Hay que inventarlo. Pero no se puede hacerlo si no se hace a un lado esa crítica del “deber ser” que con un ojo mira hacia atrás y otro por arriba.

jueves, diciembre 08, 2011

La paz de quién

“Tu paz es mi guerra —dice el capital—. La tuya es mi paz. Yo lo tengo todo: los recursos, las armas y las ideas. Tú sólo tienes algunas ideas que cada vez, gracias a los medios masivos de comunicación que tengo, tienen menos influencia. Tu muerte es mi paz”. Esto es lo que dice el capital a los que de la sociedad reclaman paz y se niegan a aceptar el expolio y la explotación. Y procede. Se habla ya de exterminio selectivo. Y en eso estamos. El capital, señores, usa a quien puede: el gobierno, los delincuentes, los expoliadores de la naturaleza. A menos que se tenga una suerte de voluntad de ceguera, las opciones son simples: su paz o nuestra paz.