martes, marzo 09, 2010

La cultura como celular

Visto fríamente, la cultura es artículo comprable. Lo que quiero decir es que se ha vuelto una mercancía que se vende al mejor postor, sin por supuesto faltar la ilusión de que es adquirible por cualquiera. La reciente Feria Internacional del Libro de Minería fue un ejemplo clarísimo de ello. Se nos dijo que allí estaba el cúmulo del saber. Y la gente fue. Había colas larguísimas para entrar. Pero bien visto, pocos, muy pocos, pudieron comprar algo que no fuera ilusiones o un sentido de pertenencia, no a la comunidad de lectores, sino al espacio “tangible” de la cultura, representado por autores, comentaristas y presentadores. ¿Quién quiere leer si existe el glamour de codearse con los que nos dicen son famosos y pensantes? ¿Para qué hacerlo si basta pasarse horas de presentación en presentación para al menos saber de qué van las cosas que nunca se leerán? La cultura objetivada en libros que por su precio, mas no por su contenido, son valorados, deseados. Y la novedad como criterio fundamental del interés. La cultura así reducida a un bien, tan atractivo, moderno y deslumbrante como un celular. E incluso en su universo así reducido, tan potencial como un celular pero cuyos usuarios desperdician por perseguir la ilusión que el anuncio de los medios de comunicación masiva les vende: éste está mejor que el anterior o que el otro.