viernes, julio 24, 2009

Como en Honduras...

No, no estoy seguro. Pienso, para decirlo llanamente, que el Capital busca su reproducción incesante en las condiciones que le sean propicias. Para el caso de México, del que se dice vive una crisis tremenda y sin precedentes, el Capital parece andar bastante bien: los ricos se hacen más ricos o cuando menos no ven mermados sus ingresos, y los pobres, que se sabe son fuerza de trabajo, aumentan de modo considerable. Lo propio del capitalismo es precisamente la concentración de la riqueza y la desigualdad. Argüir que el incremento de esta última es un signo irrecusable del fracaso del capitalismo me parece un tanto ingenuo. En realidad, es la evidencia más palmaria de su éxito.

El punto, pienso, es cómo se organiza el Capital para maximizar sus beneficios en este país. En tiempos recientes optó por la política, convirtiendo en presidente, senadores y diputados, a individuos dispuestos a allanarle el camino. Fue el mentado giro neoliberal. Luego, vino el “proceso democrático nacional”, que acorde con las expectativas, habría de permitir la llegada al poder de individuos convencidos del neoliberalismo, legitimados por los “votos democráticos”. Estos individuos debían de allanar aún más el camino para el Capital.

Debían, señalo, porque no pudieron hacerlo. Las reformas estructurales necesarias exigidas por el Capital encontraron resistencias sociales y políticas de envergadura. Aunado a ello, sucedió lo inesperado: los individuos escogidos para que desde el poder las llevaran a cabo demostraron una ineptitud, ésta sí sin precedentes, provocando una seria crisis de legitimidad del régimen construido desde 1982.

Hoy el Capital no tiene demasiadas dudas: puede regresar al compromiso con el Estado y desandar el camino andado en lo que recupera la iniciativa para imponerse por completo, o por el contrario, seguir la ruta trazada exigiendo lo que sea necesario para desbrozar el camino.

La decisión de combatir al narcotráfico por parte de Felipe Calderón pudo haber tenido como origen superficial, en efecto, el intento de ganar legitimidad ante el resultado electoral del 2006. Sin embargo, el evidente fracaso de esta medida (por más que aumentan arrestos y decomisos no se ve cómo esto pueda afectar al narcotráfico en sí), y los recientes acontecimientos en Honduras, me parece iluminan con claridad la razón profunda de lo hecho por Calderón: sacar al Ejército a las calles y otorgarle atribuciones extraordinarias como indica el periódico La Jornada el día de hoy, tiene por objeto hacer visible lo que el Capital quiere y necesita; esto es, un medio eficiente de imposición que a la par que intimide garantice las reformas estructurales que se necesitan para su expansión. Se trata de hacernos ver que ante la ineptitud, por un lado, y las resistencias por el otro, queda el camino hondureño.

En Honduras está claro que el Capital no duda por dónde ir: ante el panorama cierto jurídicamente consolidado en una Constitución que garantiza la permanencia de un grupo de familias poderosas a su servicio, practica un golpe de estado “civilizado” con el argumento de pretender (ni siquiera intentar) modificar su escenario ideal. Al presidente depuesto, que por cierto, llegó al poder con la venia de aquellas familias, se le acusa de acercarse peligrosamente a regímenes que afectan los pilares de la “vida hondureña”, es decir, la propiedad privada y la reproducción incesante del Capital, con su estela de desigualdad como signo de éxito.

Así las cosas, el Ejército en las calles mexicanas cumple la función de advertencia en el doble sentido de la palabra: avisar con amenaza, por un lado, y por el otro, hacernos fijar la atención en el poderío militar mexicano frente al que ni siquiera los malos del narcotráfico pueden, y que cuenta con la venia y simpatía de Estados Unidos.

Es en esto en lo que hay que fijarse.

domingo, julio 19, 2009

De tierra y cardinal

–De tierra eres, y además, cardinal –dijo la maga, después haberme echado las cartas y visto con detenimiento las palmas de mis manos–. No eres de los que sueñan –continuó tras breve pausa–, pero sí de los que caminan. Sabes claramente cuál es tu punto de partida y el de llegada. Por eso te da igual si caminas en línea recta o curva –concluyó.

Yo guardé silencio. Me dieron ganas de decirle que estaba equivocada. Y es que no lo supo, pero allí estás tú, que eres de agua. Eres esa fuente permanente en la que yo me vuelvo barro. En ti toda certeza terrestre se inunda, se ahoga; y es que sueles ser lluvia, otras huracán, las más de las veces ciclón. En ti y dentro de ti no hay referencia cardinal que valga, de la cual pueda asirme; en ti y dentro de ti floto, diluyéndome un poco más cada vez para renacer con la figura que tú imaginas, que me otorgas. Una figura que de momento no deja de mi otra cosa que un suspiro y una ligera añoranza de aquel ser de tierra y cardinal que fallidamente describió la bruja por unas cuantas monedas.

lunes, julio 13, 2009

Como caballo de carreta...

Después del 5 de julio numerosas y sesudas reflexiones se han hecho sobre las elecciones de ese día. Así mismo, los partidos políticos han hecho mea culpa o festinado los resultados. Unos “ya se vieron” en Los Pinos, otros ya se ven más lejos que antes de la casona del poder.

Las valoraciones hechas básicamente son cuatro: los ganadores son el PRI y el voto anulado; los grandes perdedores son tanto el PAN como el PRD; el consuelo: pese a todo el PAN se mantiene (la debacle pudo ser mayor); y por último: el voto anulado creció considerablemente, lo que constituye un “llamado de atención”. Con respecto a esto último destaca la interpretación de Alejandra Barrales que lo atribuye a un hartazgo de la ciudadanía con respecto al clima y discurso de confrontación, protagonizado sobre todo por el PAN (se sabe que la inteligencia de la susodicha es equiparable a su belleza, que como es de conocimiento general es superlativa; considérese sus muy tibias campañas electorales, sus licencias “oportunas”, sus mejores capacidades para ser fotografiada).

En lo personal me desconcierta la aparición de “nuevos actores” políticos. Al parecer el “llamado de atención” se convertirá en la puerta de entrada para “ciudadanos hartos” como Martí y Wallace. También será la puerta de entrada para nuevas organizaciones que reclamarán una reforma “verdaderamente democrática”, como los que se organizaron en torno a la anulación del voto. Ahora las consignas políticas se llenarán la boca de ciudadanía, arrepentimiento y no sé cuánta cosa más (basta con ver al tal Calderón, al PAN y al PRD). De hecho ya lo están haciendo. Tanta premura tiene límite: 2012.

¿Pero de algo servirá todo esto? Me parece que no. Como lo dice Arnaldo Córdova: ganaron los mismos de siempre. Con nuevo rostro, para 2012, ganarán los mismos de siempre. Y es que a los ciudadanos nos pasa como a los caballos de carreta: traemos bloqueados los ojos para ver solamente el camino que el conductor de carreta quiere...

jueves, julio 02, 2009

Por fin...

Por fin el silencio. Los escarceos electorales llegan a su fin. La radio, la televisión, los cines, regresan a su calma habitual. Ya no hay que escuchar a los candidatos, a los actores de telenovelas exitosas, a los que musicalmente nos dicen que son los buenos, a la directora de anuncios del sol amarillo.

Muchas cosas han pasado: el voto en blanco ya se convirtió en movimiento, dicen. La agenda propuesta abunda en temas que habrán de beneficiar a la democracia nacional. Al menos eso afirman. Las encuestas anuncian un incierto porcentaje de votos anulados y hoy un periódico de circulación nacional dice que los indecisos crecen. No-me-lo-puedo-creer.

Yo sigo pensando en la anulación de mi voto. No comparto las expectativas de encuestas ni asambleas ni agendas. Salirse de la lógica partidaria es la única opción que hoy parece relevante. Lo demás es, otra vez, jugar el juego de la fe. Fe cívica evidentemente; pero al fin y al cabo fe. No soy creyente. Ni tampoco me cobijo en las sesudas palabras de Zaid que mañosamente habla de una violencia asesina cuando no se juega el juego cívico y harto democrático de este país.

El silencio nocturno me arrulla. Pienso en ya no tener que escuchar, contra mi voluntad, tanto ir y venir de postulantes a la burocracia política. Miro el cielo. Pronto otras voces que no serán del silencio retumbarán en lo más íntimo de nosotros. Y entonces...