jueves, junio 07, 2007

Basura

“Somos basura” dice la madre de una de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez. Es decir, la mujer despojada de su humanidad, objeto desechable que está allí para “adquirirse” y “usarse” sin mayor trascendencia que la satisfacción del goloso. Así, la mujer-objeto ha sufrido una mutación: se ha vuelto provisional, con fecha de caducidad inserta en la satisfacción de un deseo. Se le tira porque una vez cumplido su “papel” de satisfacción se impone otra exigencia: “la novedad”. En este nuevo derrotero, el amor se torna ya en vieja usanza para los que no saben vivir con las exigencias de lo nuevo. La estabilidad no está en la compañía, sino en la superlativa individualidad que halla su identificación en el desenfrenado goce de la acumulación desechable.

Precisamente por lo anterior, resulta absurdo ver lo que ocurre en Juárez como una “excepción”, como una “locura”, como una simple “saña” que cometen pervertidos y anormales. Se trata de la desnuda y brutal lógica de un “sistema” que ha eliminado todas las fronteras entre lo humano y la mercancía, que desde el poder del dinero (vieja fórmula: D-M-D) asimila lo “humano” a la “naturaleza”, y por tanto, lo encuentra como objeto a ser explotado y usado en beneficio propio, como se ha hecho desde hace cinco siglos. Lo que sucede en Juárez no es una “rareza”, por el contrario, es el desenlace lógico de un sistema cuyo éxito es haberlo mercantilizado prácticamente todo, incluido el cuerpo humano.

En este sentido, lo que sucede en Juárez es la expresión de una lógica que se manifiesta brutalmente en todos los espacios posibles: la venta de órganos, no ya por unos que les extraen a otros sus perlas vitales, sino por los mismos individuos que deciden vender un riñón, una córnea, sangre o médula espinal; la persecución y asesinato de homosexuales y transexuales; la ejecución y desmenuzamiento corporal de narcotraficantes y camellos; las relaciones sociales que se circunscriben a ser meros “contactos” estilo “chat” en el mundo; los noviazgos y el sexo cibernético… Es aquí, en este enorme proceso mercantil, de “desechamiento” y “novedad”, de “provisionalidad” de las objetos, que lo de Juárez adquiere su verdadera dimensión.

Por supuesto, la aplicación de la justicia es necesaria y urgente. No hay acción que sobre en este sentido. Pero tan exigente como ello es la urgencia de cambiar este sistema. Aun la justicia hecha en este mundo de mercancías es, simplemente, una mercancía más.